lunes, 31 de enero de 2011

De mandatos y obligaciones bíblicas (1 de 10)

Biblia y comunidad de fe (comunidad lectora)

Observaciones previas:

Me gustaría dejar bien claro desde un principio y, en primer lugar, que con esta serie no me he propuesto el cambiar o modificar la liturgia, o lo que podríamos llamar “calendario litúrgico” de iglesia o comunidad de fe alguna. En verdad, y como he dicho antes, no hago proselitismo de ningún tipo. De hecho, a pesar de las conclusiones a las que llegue respecto a la que entienda como la más adecuada interpretación o conclusión de algunos textos, en ningún momento sugiero el que alguna comunidad de fe deba cambiar o hacer ciertos ajustes en su liturgia. Eso es una responsabilidad absoluta de cada comunidad de fe. Otra cosa es que nuestro trabajo reciba la ponderación necesaria y lo tomen como una adecuada y humilde referencia.

Lo cierto es que por más que un bautista argumente, por ejemplo, el pentecostal no dejará de ser lo que es, y viceversa, y la historia está ahí. Esto se ha de aplicar respecto de las argumentaciones de las más diversas comunidades de fe. En verdad no pienso que por mis argumentaciones necesariamente alguien perderá su identidad, como tampoco pienso que por más que otros argumenten en contra de mi postura, eso vaya a cambiar mi identidad o mis convicciones. Obviamente, estoy plenamente convencido de que una vez que se escribe un texto, nadie puede controlar su impacto, la forma en que afecte a los lectores y lectoras, lo que pueda originar dicho texto, y lo decisivo que pudiera ser en el desarrollo o consolidación de ciertas actitudes, al margen de las reales intenciones de su autor.

En segundo lugar, que esta reflexión se da dentro del cristianismo como tal. Es decir, en el contexto de iglesias o comunidades de fe que no se consideran simples apéndices o extensiones de alguna forma o expresión de la religión hebrea. Esta reflexión se da en el contexto de iglesias y comunidades de fe que están plenamente conscientes de que, si bien hacen suya una parte de la herencia religiosa hebrea (principalmente los 39 libros del Tanaj, al que llaman AT); su particular lectura y sus pretensiones (comenzando por la peculiar lectura que hace el NT mismo del AT), las sitúa en el contexto, vitalidad y dinamismo de una religión totalmente distinta, con sus propias y peculiares características, como lo es el cristianismo. Y esto a pesar lo que piense cualquiera de las expresiones de la religión hebrea. Insisto, esta reflexión se da en el contexto de iglesias y comunidades de fe que se consideran legítimamente cristianas, con todo lo que eso implica y supone.

Por otro lado, quien escribe, lo hace como cristiano, consciente de la historia del cristianismo, de sus elementos comunes con la fe hebrea, de sus pretensiones y sus peculiaridades. Quien escribe por lo general asume una postura crítica a lo interno del cristianismo mismo, así como frente cualquier otra religiosidad o espiritualidad que compita con ella. No asumo un postura inocente, simplista o complaciente frente las pretensiones cristianas, obviamente, tampoco lo hago ni lo haré frente a las demás expresiones religiosas, no importa de donde vengan.

El tercer lugar, que mi objetivo básico es arrojar un poco más de luz, tratar de demostrar que en esencia, y en concreto, cada comunidad lectora dentro del cristianismo (y fuera de él, aunque no es ese mi tema), a pesar de compartir y asumir los mismos textos sagrados, se relaciona con dichos textos prácticamente en la misma forma. Que cada comunidad lectora que asume dichos textos sagrados y comunes, los asume, a la luz de la particular lectura que hace de los mismos. Luego, en el contexto de esa particular lectura, los explica, los interpreta (define una ortodoxia) y aplica (define una ortopraxis), pues son las premisas particulares de cada comunidad lectora lo que explica y determina la manera en que ésta asume los textos sagrados, su peculiar sistema de doctrina, así como su particular praxis cristiana.

Por esta razón, invito a la humildad y al respeto mutuo y recíproco. Lo cierto es que si bien las distintas comunidades lectoras dentro del cristianismo se critican y acusan recíprocamente de algunos inadecuados procedimientos metodológicos, respecto a la interpretación y aplicación de la Biblia; parece que en verdad, cada comunidad lectora cae en su momento, pero quizás en temas distintos, en los mismos tipos de “errores” o “desaciertos” en ese sentido.

En fin, lo que me propongo es crear un poco más de conciencia respecto a la manera muy similar en que las distintas comunidades lectoras de la Biblia se relacionan con ella; tipo de relación que es más parecida de lo que muchas comunidades lectoras están dispuestas a admitir.

Es mi deseo que al finalizar esta serie de diez (10), por lo menos estemos dispuestos a reconocer ciertas realidades, a moderar ciertas actitudes, a ser más humildes, y tener una visión más positiva de nuestros hermanos y hermanas en la fe.

Introducción: ¿Por qué este artículo? ¿Por qué este ensayo?

Este artículo viene a ser una necesaria reflexión y reacción ante el hecho de que muchas iglesias, ministerios, concilios y líderes en particular, proclaman, dicen, anuncian y a viva voz insisten en que sólo practican aquello que la Biblia positivamente manda, lo que realmente es o sea un mandato bíblico. En consecuencia, aquello que la Biblia no manda (si bien probablemente tampoco lo prohíba), se supone que no lo han de poner en práctica. ¿Será esto cierto?

No obstante, a pesar de esta habitual proclama, me propongo demostrar con dos ejemplos específicos, por un lado, que tal afirmación no es del todo verosímil, y por otro, que esta afirmación pone en evidencia la pretensión de minimizar la función y fuerza de la comunidad lectora en la lectura y aplicación de un texto. También se percibe en esa forma de hablar la pretensión (consciente o no) de no reconocer, el papel decisivo y muy determinante de la comunidad lectora en la fijación de aquello que se entiende que es un mandato bíblico, de aquello que se entiende que es una obligación bíblica, y una obligación cristiana.

En este ensayo voy a tomar en cuenta sólo dos casos muy específicos con los cuales pienso bastarán para demostrar con suficiente claridad el hecho de que al fin y al cabo, es la comunidad lectora o hermeneuta (la comunidad de fe que lee e interpreta), y no el texto bíblico, la que determina si un hecho ha de interpretarse como descriptivo, ilustrativo o como mandato o no, como vinculante o no.

En este trabajo por lo general voy a emplear el término “comunidad lectora,” siguiendo a Walter Brueggemann, para hacer referencia a la comunidad de fe o iglesia que asume, lee, interpreta y aplica el texto. Como bien lo plantea Brueggemann (Teología del AT), el término “iglesia” permite en insistir en aspectos teológicos, mientras que el término genérico “comunidad lectora” reconoce que la iglesia (e iglesias) no es por sí misma una comunidad lectora privilegiada en relación con la Biblia sino que, como cualquier otra comunidad lectora, no es neutral o inocente, por lo que lee teniendo intereses en juego.”

Los dos casos a estudiar son: 1) la Santa Cena (eucaristía, santa comunión, etc.), y 2) la adopción del domingo como “día del Señor” versus el cuarto mandamiento del decálogo a la luz de Romanos 14.6.

I) La Santa Cena y sus problemáticas

1) La problemática en torno al nombre

Lo primero que tengo que decir es que la primera dificultad la encontramos en la forma en que se entiende que se debe deben denominar en conjunto el bautismo y la santa cena. Por un lado están las iglesias que prefieren la denominación de “ordenanzas”. Por otro lado están las iglesias que prefieren la denominación de “sacramentos”. Entre las iglesias que prefieren la denominación de “ordenanzas” están las iglesias bautistas. Por ejemplo, en un pequeño libro publicado en el año 1991, titulado “Fundamento y práctica de fe y mensaje Bautistas”, se pronuncian en los siguientes términos: “La fe cristiana (digo yo, ¿la fe cristiana en general?, no es cierto) tiene dos ordenanzas: el bautismo y la Cena del Señor. Como bautistas reconocemos que estas ordenanzas fueron instituidas por nuestro Señor Jesucristo como símbolos de su obra redentora en beneficio del hombre. No son sacramentos, no se les atribuye ninguna eficacia «especial» como si algo misterioso que imparte una gracia salvadora para el que está participando” (página 54).

En esta misma línea interpretativa va la teología y doctrina de los llamados “Templos bíblicos” cuando sostienen: “Dentro de las prácticas de la iglesia (y yo digo, ¿Cuál iglesia?), dos fueron ordenadas directamente por el Señor Jesucristo: El bautismo (Mateo 28.19) y la Cena del Señor o Santa Cena (Lucas 22.14-20)… Como tales, no imparten en sí mismas la gracia de Dios, pues constituyen actos simbólicos de realidades espirituales ya hechas por Dios” (Apuntes doctrinales, doctrinas y prácticas de los Templos Bíblicos de la República Dominicana, página 66). Finalmente no quiero dejar de señalar que esta es la terminología que prefieren los hermanos “Adventistas del Séptimo Día”, consúltese su obra “Creencias de los Adventistas del Séptimo Día”, página 222.

Entre las iglesias que prefieren la denominación de “sacramentos” está el “Concilio de las Asambleas de Dios”, por ejemplo, consúltese su “Estatutos y reglamentos” artículo 6 (verdades fundamentales). Allí, en el literal “f” se establece que los Sacramentos de la iglesia (y yo digo, ¿Cuál iglesia?) son “el Bautismo por inmersión” y “la Cena del Señor” (página 16). También se puede consultar su “Reglamento local” páginas 11-15.

Igual que el Concilio de las Asambleas de Dios, también la Iglesia Cristiana Reformada habla de “Sacramentos” y no de “ordenanzas”. Por ejemplo, en un librito elaborado por la Iglesia Cristiana Reformada de Norte América, titulado, “Lo que significa ser reformado, una perspectiva hispanoamericana, se afirma: “Para los cristianos reformados, el corazón de culto es la predicación de la palabra de Dios y la celebración de los sacramentos” (página 47). La Iglesia cristiana Reformada también sostiene que el Bautismo y la Santa Cena son los dos únicos sacramentos establecidos por el Señor (obra citada, páginas 48 y 29).

Un hecho por demás conocido es que la Iglesia Católica y Romana también prefiere la denominación de “sacramentos”. Por ejemplo, en el actual y vigente Código de Derecho Canónico artículo 840 se estable que: “Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo Nuestro Señor y encomendados a la Iglesia (y yo digo, ¿Cuál iglesia?), son signos y medios con los que se expresa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación de los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear, corroborar y manifestar la comunión eclesiástica” (página 392).

Ahora, una importante aclaración: ¿Qué se percibe en las palabras de las iglesias mencionadas (Bautistas, Templos Bíblicos y Adventistas) que evitan la denominación de “sacramentos” y prefieren la de “ordenanzas”? Respuesta: Que el usar la denominación “sacramentos” se le atribuye al Bautismo y a la Santa Cena (o Cena del Señor), alguna eficacia que iría mucho más allá de concebirlos como simples símbolos o signos visibles.

Sin embargo, ¿es esto necesariamente así? No. Por ejemplo, tanto el Concilio de las Asambleas de Dios como la Iglesia Cristiana Reformada, si bien usan y prefieren la denominación de “sacramentos” (en consonancia con la Iglesia Católica) no creen, sin embargo, que el Bautismo y la Santa Cena sean algo más que simples símbolos y señales (¿medios?). Por ejemplo, el Concilio de las Asambleas de Dios habla del bautismo, como sacramento, en la siguiente manera: “Es: a) Símbolo perfecto de la muerte, sepultura y resurrección de una vida nueva en Jesucristo; b) Símbolo de lavamiento o limpieza espiritual que se produce en el creyente por la sangre de Jesucristo; c) Demostración externa del sometimiento del creyente al dominio de Cristo como Señor de su vida (Reglamento local, páginas 11 y 12).

Por su parte, la iglesia Cristiana Reformada define los sacramentos como: “¿Qué son los sacramentos? Son señales sagradas y visibles, y sellos instituidos por Dios, para sernos declarada mejor y sellada por ellos la promesa del Evangelio; a saber, que la remisión de los pecados y la vida eterna, por aquel único sacrificio de Cristo cumplido en la cruz, se nos da de gracia no solamente a todos los creyentes en general, sino también a cada uno en particular” (Catecismo de Heilderberg, pregunta y respuesta # 66).

Como se puede ver, a pesar de usar y preferir la denominación “sacramentos” igual que la Iglesia Católica Romana, no obstante, el Concilio Nacional de las Asambleas de Dios y la Iglesia Cristiana Reformada no asumen la idea y concepción de “medios” que le atribuye el catolicismo romano (véase de nuevo y más arriba la definición católica de los sacramentos).

De todos modos, lo cierto es que la Biblia no manda, no ordena llamarlos “ordenanzas” ni “sacramentos”. ¿Quién, pues, ha decido optar por una preferida y más conveniente denominación? Respuesta: la comunidad lectora (la comunidad de fe o hermeneuta).

Pero, ¿Cuál es el nombre que ordena, manda, fija y establece el Nuevo Testamento para la “Santa Cena”?

Los nombres comunes con que se acostumbra a designar el “sacramento” u “ordenanza” de la Santa Cena dentro del más amplio espectro del cristianismo son: Eucaristía, Cena del Señor, Santa Cena. Me propongo arrojar un poco de luz específicamente sobre estos tres nombres, aunque admito que dentro del contexto propiamente católico, también se usan los siguientes:

«Banquete del Señor» (1 Corintios 11.20) porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión.

«Fracción del pan» porque este rito de partir el pan, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan (Mateo 14.19; 15.36; Marcos 8.6, 19), sobre todo en la última Cena

(Mateo 26.26; 1 Corintios 11.24). En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección (Lucas 24.13-35), y con esta expresión los primeros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas (Hechos 2.42.46; 20.7, 11).

«Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor». Porque las palabras que Jesús dijo en la última cena fueron respaldadas por la entrega que él realizó por nosotros en la cruz y por su resurrección, de tal manera que cuando termina el sacerdote las palabras de consagración todos decimos: “anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”.

«Comunión», porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (1 Corintios 10.16-17).

«Misa». Esta palabra viene del sustantivo missio, que significa envío, por lo tanto, hace referencia a que la Eucaristía no sólo es la comunión con Dios, también es un compromiso a vivir esa comunión fuera de la Iglesia.

«La Mesa del Señor» (1 Corintios 10.2). Entre otros.

A) Explicación del nombre “Eucaristía”

La palabra “eucaristía” es la transliteración del sustantivo griego “eujaristía” (acción de gracias, gratitud), que a su vez deriva del verbo griego “eujaristéo” (dar gracias, agradecer, estar agradecido). Los textos del NT donde encontramos a “eujaristía” son: Hechos 24.3; 1 Corintios 14.16; 2 Corintios 4.15; 9.11, 12; Efesios 5.4; Filipenses 4.6; Colosenses 2.7; 4.2; 1 Tesalonicenses 3.9; 1 Timoteo 2.1; 4.3, 4; Apocalipsis 4.9; 7.12.

Con relación al verbo “eujaristéo”, puedo decir que se lo encuentra en el relato de la llamada “última cena” de los tres evangelios sinópticos, y en 1 Corintios 11:

Marcos 14.23 “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.”

Mateo 26.27 “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos.”

Lucas 22.19 “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.”

1 Corintios 11.24 “24y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.”

En esto cuatro pasajes, la expresión “habiendo dado gracias” es la traducción de “eujaristésas” (participio aoristo de “eujaristéo”).

En conclusión, el nombre “eucaristía” se sustenta en el uso del verbo “eujaristéo” en los relatos que explican el origen de la llamada “Santa Cena”, a pesar de que ciertamente no hay un texto bíblico que ordene u obligue llamarla así.

B) Explicación del origen del nombre “Cena del Señor”

Este nombre se basa en un único texto en toda la Biblia, a saber, 1 Corintios 11.20: Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.

La expresión griega que la versión Reina Valera de 1960 ha traducido “Cena del Señor” es “kuriakón déipnon” que significa “Cena (comida, banquete) del Señor (relativa o concerniente al Señor)”. No obstante, tampoco se puede demostrar que el uso de este nombre se sustente en un mandato bíblico.

C) Explicación del nombre “Santa Cena”

Respecto a este tercer nombre, muy común por cierto en el contexto de las iglesias protestantes y evangélicas, diré lo siguiente. Éste, a diferencia de los dos primeros y, a pesar de ser muy popular, no cuenta ni siguiera con un texto bíblico que demuestre su uso en el NT. Obviamente, después de reconocer su total ausencia en el NT, está demás el preguntarse sobre un fundamento bíblico que fije u obligue su uso. De todos modos resulta muy interesante el hecho de que el nombre (probablemente el más usado en la tradición protestante) para hacer referencia a la “Eucaristía” o “Cena del Señor” sea precisamente el que no tiene presencia alguna en el canon del NT.

Luego de analizar y verificar las bases de estos tres nombres, Eucaristía, Cena del Señor y Santa Cena; en lo que resta de este trabajo le daré preferencia a los dos primeros, por las conclusiones que arrojó nuestra investigación.

¡Hasta mañana con el favor de Dios!

sábado, 29 de enero de 2011

Todo sobre la Nueva Traducción Viviente (NTV)

¿Por qué una Biblia más? ¿No hay ya suficientes?

A mediados del año 2010 salió al mercado una versión más de la Biblia, la llamada “Nueva Traducción Viviente (NTV), y con el lema “Biblia Vida Abundante”.

La publicación de esta nueva versión de la Biblia fue el resultado de los esfuerzos de la muy conocida “Tyndale House Fundation” (conocida popularmente en castellano como “Casa Tyndale”). Puedo decir que este proyecto inició en concreto en el año 2001, cuyo objetivo principal era traducir al castellano y por completo, la versión de la Biblia conocida originalmente en Inglés como “New Living Translation”, publicada en el año 1996 por la misma Casa Tyndale.

Puedo decir con propiedad, pero con mucha humildad también, que gracias a Dios tuve el privilegio de estar en el equipo original de los estudiosos de los idiomas originales de la Biblia, equipo que tendría la responsabilidad de revisar la calidad de la traducción de dicha versión, precisamente a nivel de los idiomas originales de la Biblia. De esta manera me convertí en el primer estudioso dominicano de la Biblia en participar titular y formalmente en un proyecto de traducción bíblica. Dentro de esa responsabilidad me tocó la revisión de algunos libros tanto del AT como del NT.

Ahora bien, ¿por qué una versión castellana más de la Biblia? ¿No son ya suficientes?

Antes de pasar a responder en detalle las dos preguntas planteadas, quiero puntualizar tres cosas:

En primer lugar, lo primero a tener en cuenta es que esta nueva versión castellana de la Biblia no es ya el resultado de un dedicado y esforzado proyector personal de un traductor que personalmente asume una empresa como esta, como ocurrió con Jerónimo (a finales del siglo IV y a principios del V, E.C.), Juan Wycliffe (que tradujo la Biblia completa al inglés en el año 1382), William Tyndale (que tradujo la Biblia al inglés en el año 1526), Martín Lutero (quien tradujo el NT al alemán el en año 1522, y luego la Biblia completa en el año 1534), Juan Calvino (1509-1564, del cual se afirma que tradujo por lo menos el NT al francés), Casiodoro de Reina (tradujo la Biblia completa al español en 1569) y Cipriano de Valera (que publicó una revisión de la obra de Casiodoro de Reina en el año 1602).

En segundo lugar, que esta nueva versión de la Biblia ha sido el resultado de la participación de un equipo de estudiosos y especialistas en distintos campos, auspiciado por la Casa Tyndale. Es más, en la página del Copy Right de dicha versión, textualmente se afirma: “Todo el texto bíblico ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Fundation, 2008, 2009, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc. 351 Executive Dr. Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.”

En tercer lugar, que la historia de la “Nueva Traducción Viviente” (NTV) hay que retrotraerla a la publicación en castellano del “Nuevo Testamento Viviente” publicado por la Liga Bíblica Mundial del Hogar en 1972, más conocido por su lema “Lo más importante es el amor” (traducción basada de la original versión en inglés de The Living Bible). La publicación de este nuevo testamento se hizo con los debidos permisos de Tyndale House Publishers, pues son suyos los derechos reservados.

Ahora así, ¿por qué una versión castellana más de la Biblia? ¿No son ya suficientes?

Antes de responder la pregunta respecto al porqué de una nueva versión de la Biblia, quiero dejar bien claro lo siguiente. La afirmación de que ya son suficientes las versiones de la Biblia que hay, sencillamente evidencia un desconocimiento de los factores históricos, sociales, lingüísticos, culturales y religiosos que las hacen necesarias.

Paso abordar las posibles razones que explican el origen de una versión más de la Biblia.

La razón de una versión más de la Biblia, en el idioma que fuere, está determinada por distintas razones. Algunas de ellas son: 1) Traducir la Biblia completa, o una parte de ella, como por lo general se estila como primera etapa, a un idioma al cual no se había vertido. 2) Publicarla como una revisión en un idioma al cual ya se había vertido previamente, por razones de la evolución del idioma, para su puesta al día en términos textuales, terminológicos, y del léxico, etc. Por otro lado, una revisión podría incluir ciertos cambios estilísticos, el agregar material suplementario (como ilustraciones, notas al margen, glosarios, índices, tablas de pesos y medidas, tablas cronológicas, mapas, etc.).

También puede suponer ciertos cambios en cuanto al público al que esté dirigida. 3) La publicación de una Biblia como una revisión propiamente, puede implicar algunos cambios respecto a algunas características tradicionales de una versión, al margen de si reproduce o no, básicamente el mismo texto. Por ejemplo, consideremos dos cambios notables que se dieron en la Reina Valera 1995 con relación a la Reina Valera 1960: a) Mientras que la RV 1960 (AT y NT) evitó la traducción “sábado” (y en un pequeño libro publicado aparte, hasta se justificó el no emplearla); no obstante, en la RV 1995 sí se usó. De esta manera en la RV 1995 se eliminó la abundante y tediosa llamada, respecto a la expresión “día de reposo”, como “aquí equivale a sábado”. Véase como ejemplo, Éxodo 16.23, 25, 26, 29; Mateo 12.10 y 11); b) Cambió la expresión “reyes y sacerdotes” por la más correcta “reino y sacerdotes” en Apocalipsis 5.10.

De todos modos, una nota curiosa es que en la RV 1995, por lo menos en la versión de estudio, con una llamada se le avisa al lector (a) que un versículo o expresión no está en los mejores manuscritos, y aun así conserva dicho versículo o expresión, como para no alejarse demasiado de la tradición textual reflejada en la RV 1960.

Quiero citar dos casos concretos: Mateo 17.21, donde la RV 1995 aclara que dicho versículo no se encuentra en los mejores manuscritos (“Pero este género no sale sino con oración y ayuno”); sin embargo, aun así lo conserva. El segundo caso es Mateo 20.16, donde se le avisa al lector (a) que la frase “porque muchos son llamados, pero pocos escogidos” no está en los mejores manuscritos, y aun así la mantiene.

Un último ejemplo del alejamiento de la tradición textual (en cierta forma) de la Reina Valera 1960 (si bien con la pretensión de mantenerse como digna representante de dicha tradición), la encontramos en la Reina Valera Actualizada 2006, publicada por la Editorial Mundo Hispano. El punto en cuestión tiene que ver con la traducción del tetragrama, las cuatro consonantes hebreas del sagrado nombre del Dios de la Biblia (YHVH - YHWH). Para la edición del año 2006, los editores explican que tomaron la decisión de no traducir “Jehováh" (que es realmente una transliteración y no traducción del tetragrama), como lo habían hecho originalmente para el año 1989. A partir de la edición del año 2006, la versión Reina Valera Actualizada adopta al respecto la postura de la Versión Popular Dios Habla Hoy, y de la Nueva Versión Internacional, al traducir “Señor” en lugar de “Jehová”, y “Señor Dios” en lugar de “Jehová Dios”.

Otra razón por la que puede publicarse una versión más de la Biblia es porque una determinada casa editorial decide llevar más lejos un proyecto que originalmente era de menor alcance. Por ejemplo, la Casa Tyndale publica en 1972 el Nuevo Testamento Viviente (lo más importante es el amor, traducción de la llamada The Living Bible). Luego publica la Biblia completa (1996) de la que el Nuevo Testamento Viviente sólo fue la primera etapa, pero sólo en inglés. Y para el año 2001 inicia el proceso de traer al castellano la Biblia completa de 1996, la New Living Translation, proceso que culminó en el año 2010. Esta es, pues, la historia y razón de la Nueva Traducción Viviente” (Biblia vida abundante, NTV), año 2010.

El método de la Nueva Traducción Viviente” NTV (Biblia Vida Abundante), año 2010

Como muy bien lo explica el prefacio del “Nuevo Testamento Viviente” (Lo más importantes es el amor), el método empleado en el mismo es la paráfrasis. Ahora bien, la paráfrasis, como método de traducción (aunque en sí no es un método de traducción), es tan peligrosa que, aun los editores de la versión “Lo más importante es el amor”, en el prefacio de una edición revisada y publicada en el año 1976, afirman textualmente lo siguiente: “En una paráfrasis hay muchas ventajas, pero también hay peligros. Cada vez que es necesario parafrasear, existe la posibilidad, por muy buenas intenciones que se tengan, de expresar algo que el escritor no tenía en mente. Esto se debe a que no sólo entra en juego el don de simplificación del que realiza el trabajo, sino también su trasfondo teológico y su comprensión del pensamiento del autor. Cada vez que el griego no está claro, hay que acudir a la teología y a la lógica si se quiere que el pensamiento no quede oscuro.” Es más, en la introducción de la misma versión citada, firmada por alguien que se identifica como Padre Keith Clark, O.F.M. Cap., se afirma: “Tal vez en mayor grado que otras traducciones, ésta (y todas las que se hacen bajo este mismo método de traducción, digo yo) no puede usarse como base para discusiones doctrinales o de tradición. Más que cualquier otra versión, ésta libremente se aleja de la traducción literal de las formas de expresión que se presentan en las lenguas originales”.

De todos modos no quiero que perdamos de vista el hecho de que la equivalencia formal no necesariamente es el mejor método de traducción.

Quizás la objeción mayor que se le hace a la paráfrasis es que pone al lector (a) en la triste condición de no conocer qué es lo que estrictamente forma parte de lo que podemos llamar texto puro y cuál es la ampliación, cuál es el sentido del texto original y cuál es posiblemente el nuevo sentido que adquiere en la traducción.

Ahora bien, si bien el llamado Nuevo Testamento Viviente (Lo más importante es el amor) fue traducido básicamente como una paráfrasis, parece que conscientes de las dificultades que supone la paráfrasis como método de traducción, es que se da, por lo menos en teoría, cierto alejamiento al respecto en la NTV. Precisamente en la introducción de la Nueva Traducción Viviente NTV (Biblia Vida Abundante) se explica que en ésta se procuró hacer una combinación de la equivalencia formal y la equivalencia dinámica o funcional. Cito “Los traductores de la Nueva Traducción Viviente (NTV) se propusieron transmitir el mensaje de los textos originales de las Escrituras en un idioma contemporáneo claro. Al hacerlos, tuvieron presente tanto los intereses de la equivalencia formal como de la equivalencia dinámica”.

A pesar de lo dicho en la referida introducción, me gustaría hacer una breve comparación de la traducción de un mismo pasaje en el Nuevo Testamento Viviente (Lo más importante es el amor), una paráfrasis; y la Nueva Traducción Viviente NTV (combinación de equivalencia formal y dinámica, según sus editores). El pasaje a comparar es Gálatas 2.6b sección donde el texto griego tiene la expresión “prósopon theós anthrópu u lambánei” que por equivalencia formal, al estilo de una traducción interlinear, debe traducirse: “cara, Dios, de ser humano no recibe”. Pero por equivalencia dinámica “Dios no hace acepción de personas.”

Observemos ahora cómo tradujo el Nuevo Testamento Viviente (paráfrasis): “Porque delante de Dios todos somos iguales”.

Observemos a continuación la traducción de la Nueva Traducción Viviente (NTV) (combinación de equivalencia formal y dinámica): “Porque Dios no tiene favoritos.” ¿Se nota la mejora en la traducción? ¿Verdad?

En resumen, podemos decir que ciertamente el texto de la Nueva Traducción Viviente (NTV) es mejor y mucho más confiable que la del Nuevo Testamento Viviente (Lo más importante es el amor), su más antiguo antecesor en castellano.

Una queja personal

Si bien he dicho que hubo un equipo de estudiosos de los idiomas bíblicos que revisó la calidad de la traducción de la NTV (equipo del cual formé parte, titular y formalmente); no es menos cierto que las decisiones finales dependían del Comité Editorial. Esto significa que a pesar de las sugerencias exegéticas y textuales de los estudiosos de los idiomas bíblicos, lo cierto es que en muchos casos algunas sugerencias nuestras fueron desestimadas. Un caso concreto que quiero mencionar aquí tiene que ver con el nombre con que creo y defiendo que se debe identificar la epístola o carta universal de “Santiago”.

Personalmente sugerí, basado en el texto griego, que debíamos dar el paso que ya había dado la llamada “Biblia Textual”, al dejar claro en el título y en la traducción que la epístola o carta debe llamarse “Jacobo”, “De Jacobo” (“Iákobos”, como realmente dice el griego, tanto en el título de la carta como en el versículo uno (1) del capítulo uno (1)).

A pesar de toda mi argumentación, el Comité Editorial de la Nueva Traducción Viviente (NTV) desestimó mi sugerencia, y tradujo así: “Yo, Santiago…” (1.1).

Algunas fortalezas que quiero destacar

1) La forma en que la NTV traduce el tetragrama, las cuatro conocidas consonantes hebreas del sagrado nombre del Dios de la Biblia, o sea, YHVH o YHWH. De esta forma se identifica con la postura de la versión Reina Valera Actualizada, la Versión Popular Dios Habla Hoy, y de la Nueva Versión Internacional, al traducir “Señor” en lugar de Jehová”, y “Señor Dios” en lugar de “Jehová Dios”.

2) La NTV no incluye la añadidura o adición que muestra la Reina Valera 1960 y la 1995, o sea, el versículo 21 de Mateo 17 (“Pero este género no sale sino con oración y ayuno”). Esto así, pues como ya dije, dicho versículo no se encuentra en los mejores manuscritos.

3) La NTV no incluye la añadidura o adición que sí muestran la Reina Valera 1960 y la 1995 en Mateo 20.16, es decir, la frase “porque muchos son llamados, pero pocos escogidos”; que tampoco se la encuentra en los mejores manuscritos.

4) La NTV cambió la expresión “reyes y sacerdotes” (Reina Valera 1960) por la más correcta “reino y sacerdotes” en Apocalipsis 5.10, como la Reina Valera 1995, la Versión Popular Dios Habla Hoy, y la Nueva Versión Internacional, entre otras.

5) La NTV usa el modo indicativo (Ustedes estudian las Escrituras), y no el modo imperativo como la Reina Valera 1960 y 1995, entre otras (Escudriñad las Escrituras), en Juan 5.39.

6) La NTV no incluye la añadidura o adición que muestra la Reina Valera 1960 y la 1995, en 1 Juan 5.7 y 8, o sea, la frase “en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (versículo 7); y la expresión “Y tres son los que dan testimonio en la tierra” (versículo 8).

Conclusión: La Nueva Traducción Viviente (NTV) es una versión confiable, buena y recomendable para su uso tanto a nivel de un estudio devocional (más bien “lectura devocional”) y para el estudio formal y sistemático de la Biblia.

Como ya lo he dicho antes, no hay siquiera una versión de la Biblia que sea perfecta, y la Nueva Traducción Viviente (NTV) no es la excepción; sin embargo, tal y como me he expresado respecto a las demás, la NTV puede ser usada en un estudio serio y comparativo de la Biblia. Será, pues, caso por caso, como lo he dicho también con relación al resto de las versiones de la Biblia; repito, en un estudio serio y comparativo, que se irán confirmando o demostrando sus particulares fortalezas y peculiares flaquezas. La Nueva Traducción Viviente (NTV) tiene el derecho a ser leída sin prejuicios ni sospecha alguna.

Esta versión, como todas las demás, tiene algo qué aportar, y sería bueno que no lo perdiéramos.

¡Bienvenida sea, y en hora buena, la Nueva Traducción Viviente (NTV)!

miércoles, 26 de enero de 2011

Le dijo la esposa a Job que maldijese a Dios?

Un comentario textual sobre Job 2.9 (Cuando dos versiones
de una misma traducción parencieran contradecirse)


La pregunta que he puesto como título a este artículo, es una pregunta que me la han planteado en varias ocasiones. En el centro de la cuestión está la forma en que la versión Reina Valera 1909 tradujo Job 2.9, a saber: Díjole entonces su mujer: ¿Aun retienes tú tu simplicidad? Bendice a Dios, y muérete.

Ahora bien, al leer dicho pasaje en otras versiones de la Biblia, comienzan los contrastes y los problemas. Por ejemplo, la Reina Valera de 1960, la Reina Valera Actualizada del Editorial Mundo Hispano, la Nueva Biblia Española, la Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras, la Versión Popular Dios Habla Hoy, y la Nueva Versión Internacional, todas traducen “Maldice”, y no “Bendice”, como la Reina Valera de 1909. Entonces, al notar esta diferencia, surge la pregunta: ¿Qué fue lo que realmente dijo la esposa de Job? ¿Cuál es la traducción correcta? ¿Por qué esta diferencia? ¿Qué es lo que en verdad dice el texto hebreo?

Pasemos, pues, a responder las preguntas en cuestión.

Al observar el texto hebreo de Job 2.9, encontramos que éste no contiene ninguno de los verbos hebreos que entre otras acepciones comunican la idea de “maldecir”, “blasfemar”, como por ejemplo, “qalál” (Proverbios 20.20), ni “aláh” (Jueces 17.2).

Curiosamente el verbo que efectivamente se encuentra en el texto hebreo de Job 2.9 es “baráj”, que literalmente significa “bendecir”, “felicitar”, “alabar”. Verbo que por cierto tiene un uso teológico muy importante en la teología del Tanaj.

Entonces, si el verbo que aparece en el hebreo es el verbo “bendecir” (baraj), ¿por qué las demás versiones mencionadas, a excepción de la Reina Valera 1909 tienen “maldecir”? ¿En cuál o cuáles versiones de la Biblia es que está el problema? La explicación es que el uso del verbo “baraj” (bendecir) en Job 2.9 es un eufemismo, o sea, que muestra un uso eufemístico de dicho verbo.

Ocurre que en el idioma hebreo, igual que en el castellano, hay los llamados “eufemismos”, es decir, el empleo de palabras (verbos, sustantivos, frases, expresiones, etc.) con un sentido eufemístico, signifcando una idea distinta a su significado habitual, natural y corriente.

Un eufemismo (del latín euphemismus, del griego eu=bien, y femi=hablar, decir= hablar bien), no es más que una manera de eludir o disimular palabras, tabúes, y expresiones que se entienden que no suenan bien, que se podrían tildar de vulgares, o chocantes. Entre nosotros son comunes los eufemismos al hablar de sexo, al hablar de situaciones terribles próximas a la muerte, situaciones de dolor, etc.

Pues bien, como hacemos nosotros en castellano, que pretendemos obviar el sonido fuerte de ciertas expresiones, y las referimos con otras que nos parecen “mas suaves”, “menos chocantes”, “más digeribles”; así ocurre en el hebreo con el verbo “baráj”. Este verbo que literalmente significa “bendecir”, se usa en algunos casos con un sentido eufemístico, para señalar lo que le es contrario, o sea, el maldecir. En otras palabras, que en el texto hebreo se nota que en algunas ocasiones la persona hablante tenía (¿sentía?) la necesidad de expresarse en términos “no muy adecuados”, en lugar de usar el verbo que en verdad debía emplear, decidía utilizar en su lugar el verbo “baraj”, pero con el significado de aquel.

Un ejemplo que encaja perfectamente aquí es el mismo uso que nosotros le damos al verbo “bendecir” en castellano, en expresiones como: “¡Ese bendito muchacho!”, “¡Esa bendita piedra!”, “¡Este bendito reloj”!, “¡Esa bendita tienda!”, etc.; cuando en realidad el sentido con el que las estamos empleando no es el literal, sino eufemístico. De que esto es así, es fácil de comprobar, si le ponemos atención a la expresión oral, los gestos realizados, y al estado de ánimo que las acompañan. Apelamos, pues, a este recurso del idioma para no decir literal y categóricamente: “¡Ese maldito muchacho!”, “¡Esa maldita piedra!”, “¡Este maldito reloj!”, “¡Esa maldita tienda!”

¿Se atreve usted a contar las veces que ha utilizado en un mismo día, o en las últimas horas, el verbo “bendecir” de manera eufemística, como en las expresiones citadas? ¿Las podría recordar? No se preocupe, no tiene que avisarme, no se tiene que confesar. Je, je, je, je, je, je, je.

Volviendo a Job 2.9, diremos que la traducción correcta es “maldice a tu Dios”, y no “bendice”. La razón de la diferencia entre la Reina Valera de 1909 y las demás versiones citadas se explica porque en realidad la versión Reina Valera de 1909 tradujo mal. ¿Por qué tradujo mal? Porque tradujo el verbo “baráj” de manera literal, sin reflejar el eufemismo hebreo. Las demás versiones citadas, incluyendo la misma Reina Valera del 1960 (la que sucedió a la del 1909) no tradujeron el verbo “baraj” de manera literal, demostrando que sí entendieron que aquí dicho verbo tenía un uso eufemístico.

Esta traducción es también comfirmada por la Biblia hebreo-español (dos tomos, versión castellana conforme a la tradici+on judía, por Moisés Katznelson, editorial Sinaí, Tel-Aviv. Israel): Díjole entonces su mujer: ¿Aun te aferras a tu integridad? ¡Maldice a Dios, y muérete.

Ahora bien, no sólo en Job 2.9 encontramos el verbo “baráj” usado en este sentido, también lo encontramos en 1 Reyes 21.10 y 13, donde la Reina Valera del 1960 tradujo “blasfemado”, y las demás versiones citadas tradujeron “maldecido”. La Septuaginta (el AT en griego) tradujo a “baráj” en 1 Reyes 21.10 y 13 con el verbo “euloguéo”, verbo que ocurre cuarentiunas (41) veces en el Nuevo Testamento siempre con el significado de “bendecir”. En consecuencia, también el verbo “euloguéo” tiene un uso eufemístico en 1 Reyes 21.10 y 13, apartándose del significado que lo caracteriza en el Nuevo Testamento.

Una nota interesante es que en 1 Reyes 21.10 y 13 la Reina Valera del 1909 sí tradujo de acuerdo al eufemismo hebreo, al traducir “blasfemado” (y no “bendecido”), concordando aquí con las demás versiones citadas (la Nueva Biblia Española, “maldecido”).

Finalmente, también es preciso puntualizar que el verbo “baraj” también se usa de manera eufemística en:

Job 1.5 “Y acontecía que, habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y santificábalos, y levantábase de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado (“baraj”) a Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días” (Reina Valera 1909)

Job 1.11 “Mas extiende ahora tu mano, y toca a todo lo que tiene, y verás si no te blasfema (“baraj”) en tu rostro” (Reina Valera 1909)

Job 2.5 “Mas extiende ahora tu mano, y toca a su hueso y a su carne, y verás si no te blasfema (“baraj”) en tu rostro” (Reina Valera 1909)

¿Se nota lo bien que tradujo el verbo “baraj” la Reina Valera 1909 en estos otros pasajes del mismo libro de Job?

Entonces, uno se pregunta ¿Por qué en 1 Reyes 21.10, 13; Job 1.5, 11; 2.5, sí, y en Job 2.9 no? Cosas de los traductores.

De todos modos, no quiero concluir este artículo sin dejar de mencionar que Luis Alonso Schokel (Diccionario bíblico hebreo-español) en vez de hablar de un uso eufemístico del verbo “baraj” (como el Diccionario Teológico Manual del AT), opta por hablar de una “corrección textual” por parte de los escribas.

Conclusión:

Finalmente, ¿cuál es la traducción correcta en Job 2.9, “bendice” o “maldice”? La traducción correcta es: “maldice a tu Dios y muerete”. Tómese en cuenta además, la respuesta del mismo Job a la sugerencia de su esposa: “como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado” (versículo 10) ¡Job entendió muy bien lo que ella le quiso decir, entendió el eufemismo!

¡Bendiciones!

sábado, 22 de enero de 2011

Síntesis sobre el uso bíblico de "logos" y "rhema"

Las dos caras de la misma moneda (y tercera parte)

6) Por medio de ambas se produce fe (resumen y conclusión)

1 Pedro 1.25 establece que “la palabra [“rhéma”] del Señor permanece para siempre.

Mateo 24.35 sostiene que “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras [lógos”] no pasarán.

1 Pedro 1.23 dice: Siendo renacidos… por medio de la palabra [lógos”] de Dios que vive y permanece para siempre.

7) Las dos se usan al hacer referencia al poder de penetración de la palabra de Dios

Efesios 6:17 “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.

Aquí el griego: rhéma

Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Aquí el griego: “lógos”

Aquí se ve que la misma idea que se afirma con “rhéma” en Efesio 6.17, se afirma en Hebreos 4.12, pero con “lógos”.

8) Ambas se usan para hacer referencia a una pregunta:

Marcos 11:29 (Reina Valera): “una pregunta”; el griego literalmente dice “una palabra” (“jena lógon”).

Mateo 27:14 (Reina Valera) “una pregunta”. El griego literalmente dice “una palabra” (“jen rhéma”).

9) Ambas se usan para hacer referencia a una expresión oral:

Mateo 7:24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.

Mateo 7.26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena.

Mateo 7.28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

En estos tres pasajes, la expresión “estas palabras”, es la traducción del griego (tus lógus tútus). Una forma plural de “lógos”.

Ahora bien en Lucas 7.1 leemos Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. Aquí lo que la Reina Valera tradujo “sus palabras”, es literalmente en el griego “las palabras de él” o “sus palabras”, (“ta rhémata autú”). Una forma plural de rhéma.”

10) Las dos sirven para señalar un asunto o un hecho acontecido:

En Marcos 1.45 leemos: Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.

Aquí lo que la Reina Valera tradujo “el hecho”, el griego, literalmente dice: “la palabra” (“ton lógon”). Una forma singular de lógos.”

En Lucas 2.15 leemos: Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado”.

Lo que la Reina Valera tradujo aquí “esto que ha sucedido”, es literalmente en el griego “este asunto que ha acontecido” (“to rhéma túto to guegonós”). Una forma singular de rhéma.”

11) Las dos sirven para hacer referencia al relato de unos hechos que se han puesto por escrito:

1 Reyes 11.41 Los demás hechos de Salomón, y todo lo que hizo, y su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón?”

Aquí la expresión “en el libro de los hechos de Salomón” es la traducción del griego “en biblío rhemáton Salomón”. “Rhemáton” es una forma plural de la palabra “rhéma.”

Este primer pasaje, 1 Reyes 11.41, es mencionado por el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, publicado por Sígueme (tomo II, página 276), para destacar el significado doble de “rhéma” como hecho y como relato; sin embargo, aun en este tipo de expresión, “logos” domina, como muestro a continuación.

Es más, en 2 Crónicas 9.29 (Los demás hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ahías silonita, y en la profecía del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?) que paralela con 1 Reyes 11.41, la misma idea se expresa con “lógos”. De todos modos hay que decir que 1 Reyes 11.41 es el único pasaje en que la Septuaginta usa a “rhéma” y no a “lógos” para comunicar este tipo de idea.

2 Reyes 14.15 Los demás hechos que ejecutó Joás, y sus hazañas, y cómo peleó contra Amasías rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Aquí la expresión “en el libro de las crónicas de los reyes de Israel” es la traducción del griego “epí biblío lógon ton jemerón tois basiléusin Israel”. “Lógon” es una forma plural de la palabra “lógos”.

2 Reyes 14.18 Los demás hechos de Amasías, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

Aquí la expresión “en el libro de las crónicas de los reyes de Judá” es la traducción del griego “epí biblío lógon ton jemerón tois basiléusin Iuda”. “Lógon” es una forma plural de la palabra “lógos”.

2 Reyes 15.11 Los demás hechos de Zacarías, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Aquí la expresión “en el libro de las crónicas de los reyes de Israel” es la traducción del griego “epí biblío lógon ton jemerón tois basiléusin Israel”. “Lógon” es una forma plural de la palabra “lógos”.

Además 2 Reyes 15.15, 21, 26, 31, 36, en estos pasajes la traducción “de las crónicas” es también la misma forma plural ya vista de “lógos”, o sea, “lógon”.

Conclusión: El uso bíblico de lógos y rhéma no permite aceptar la tesis del Dr. Cho, del Diccionario Vine, ni de todos los demás que siguen esta forma de interpretar estos dos términos bíblicos, precisamente al margen de su uso en la Biblia.

Finalmente, a la luz de toda la evidencia presentada, en contra de la hipótesis del Dr. Cho (que Pedro caminó sobre las aguas no por “lógos”, sino por “rhéma”, tenemos que concluir que Pedro pudo caminar sobre las aguas, ya fuera por “lógos” como por “rhéma”. De todos modos hay que decir que en el relato (Mateo 14.22-33) no están ninguna de las dos palabras en cuestión.

¡Hasta aquí nos ayudó el Señor (Hashem, el Eterno, Yahvh, Yahwh)!

jueves, 20 de enero de 2011

Sintesis sobre el uso bíblico de "logos" y "rhema"

Las dos caras de la misma moneda (Segunda parte)

El Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento, publicado por Libros Desafío, en resumen, dice lo siguiente: La Septuaginta trata a “lógos” y “rhéma” y como sinónimos, y usa ambos términos para traducir a “dabar”. “Rhéma” es más común en el Pentateuco, Job, Josué, Jueces y Rut, pero “lógos” toma la delantera en los demás libros históricos y en los libros poéticos, y figura ocho veces más frecuentemente que “rhéma” en los profetas (página 498).

Conclusiones basadas en un análisis comparativo, a la luz de su verdadero uso en la Biblia

Lógos” y “rhéma”

1) Tienen un uso indistinto (sinónimo) en la expresión “palabra de Dios”

Jueces 3:20 “Y se le acercó Aod, estando él sentado solo en su sala de verano. Y Aod dijo: Tengo palabra de Dios para ti. El entonces se levantó de la silla”.

Aquí: Hebreo: “dabar” Griego: “lógos”

1 Samuel 9:27 “Y descendiendo ellos al extremo de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Di al criado que se adelante (y se adelantó el criado), más espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios”.

Aquí: Hebreo: “dabar” Griego: “rhéma”

2) Tienen un uso indistinto (sinónimo) en la expresión “palabra de Jehová”

Génesis 15.1 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.”.

Aquí: Hebreo: “dabar” Griego: “rhéma”

2 Samuel 24.11 Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, vino palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo”.

Aquí: Hebreo: “dabar” Griego: “lógos”

3) En la expresión “vino a mí palabra de Jehová”

La expresión “Vino a mí Palabra de Jehová” en los profetas mayores se encuentra en cincuenta y cuatro (54) ocasiones, en cincuenta y cuatro (54) versículos. Es peculiar y característica de Jeremías y Ezequiel. No se halla en Isaías. En los profetas menores sólo la encontramos en Zacarías y sólo en tres ocasiones. En esta expresión domina “lógos”.

Jeremías 18.5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo”.

Aquí: Hebreo: “dabar” Griego: “lógos”

Ezequiél 3.16 Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo”.

Aquí: Hebreo: “dabar” Griego: “lógos”

Zacarías 6:9 “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo”…

Aquí: Hebreo: “dabar” Griego: “lógos”

4) También muestran un uso indistinto (sinónimo) en algunos pasajes selectos de los evangelios:

a) Lucas 2.29 “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra”. Aquí la traducción “palabra” corresponde a la griega “rhéma”.

b) Lucas 3.2Y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto”. Aquí la traducción “palabra” corresponde a la griega “rhéma.” La frase subrayada corresponde al griego “eguéneto rhéma theú”.

c) Juan 10.35 “Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada)”. Aquí la traducción “palabra” corresponde a la griega “lógos”. La frase subrayada corresponde al griego “jo lógos tu theú eguéneto”.

d) Mateo 8.8 “Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.”Aquí la traducción “palabra” corresponde a la griega “lógos.”.

e) Lucas 7.7 “Por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano.” Aquí la traducción “palabra” corresponde a la griega “lógos.”

f) Lucas 22.61 “Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.” Aquí la traducción “palabra” corresponde a la griega “rhéma.”

5) Por igual hacen referencia a la palabra creadora

El Salmo 33.6 “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.” En este pasaje la traducción “palabra” también corresponde en el hebreo a “dabar”, pero en la Septuaginta a “lógos”, y no a “rhéma.”

Hebreos 11:3 “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

Aquí el griego: “rhéma”

2 Pedro 3:5 “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste”. Griego: “lógos”

6) Por medio de ambas se produce fe

Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.

Aquí el griego: rhéma

Ahora, ocurre que en Juan 17.20 leemos Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por (por medio de) la palabra [“lógos”] de ellos.

El valor de Juan 17.20 para nuestro análisis es que describe a “lógos” no como una mera palabra informativa, sino como una palabra en principio oral, y capaz de producir fe salvadora. El análisis comparativo del uso de “lógos” en Juan 17.20 y el uso de “rhéma” Romanos 10.17 demuestra, en primer lugar, que es inadmisible la distinción que plantea el Dr. Yongi Cho de estos dos términos, distinción que se basa en una información parcial, considerado sólo a Romanos 10.17. En segundo lugar, que en cuanto a la aplicación de la salvación, la fe viene tanto por escuchar a “lógos como por escuchar a “rhéma.”

Otro elemento a tomar en cuenta en Juan 17.20, es el uso y posibilidades de traducción del verbo “pistéuo” que igualmente significa “creer” y “tener fe”. Además, es bueno tener presente que la palabra que se traduce “fe” en el Nuevo Testamento, “pístis”, viene del verbo “pistéuo.”

A la luz de lo que acabo de decir, Juan 17.20 muy bien y legítimamente se puede traducir: “Mas no te ruego solamente por éstos, sino también por los que han de tener fe en mí por medio de la palabra [“lógos”] de ellos”. Esta legítima traducción que he hecho dificulta todavía más la tesis del Dr. Yongi Cho.

Para concluir con el análisis de Juan 17.20, quiero considerar cómo el uso del verbo en otos pasajes claves, dan apoyo a la traducción que propongo.

Juan 3.16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree [“pistéuo”], no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Juan 3.36 “El que cree [“pistéuo”] en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer [“pistéuo”] en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.

Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis [“pistéuo”] en Dios, creed [“pistéuo”] también en mí”. Este pasaje muy bien se puede traducir “tengan fe en Dios tengan fe en mí”. A favor de esta traducción está la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras: “No se les perturbe el corazón. Ejerzan fe [“pistéuo”] en Dios, ejerzan fe [“pistéuo”] también en mí”. También la Biblia en lenguaje actual y otras: No se preocupen. Confíen en Dios y confíen también en mí.

Hechos 16.31 “Ellos dijeron: Cree [“pistéuo”] en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.

Romanos 1.16 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree [“pistéuo”]; al judío primeramente, y también al griego”.

Otro pasaje importante en este análisis, y que va en la misma de Romanos 10.17 y Juan 17.20, es 1 Pedro 1:23 que dice: Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra (el griego “por medio de la palabra”) de Dios [lógos”] que vive y permanece para siempre.

¡Hasta mañana con el favor de Dios!

martes, 18 de enero de 2011

Síntesis sobre el uso bíblico de "lógos" y "rhéma"

Las dos caras de la misma moneda (Primera parte)

Este trabajo de investigación ha sido motivado porque en diversos medios y en distintos grupos hemos escuchado conclusiones que consideramos un tanto alejadas de la verdad, respecto a los significados y usos de “lógos” y “rhéma” en la Biblia.

Por ejemplo, se ha hecho muy popular la interpretación que hace de los términos en cuestión el Dr. Paul Yongi Cho, en su polémico libro “LA CUARTA DIMENSIÓN, publicado en castellano en el año 1980 por Editorial Vida.

Ahora bien, nuestra opinión es que sólo un análisis bíblico objetivo podrá demostrar si en verdad es correcta la interpretación del hermano Cho y de los que opinan igual que él. Para poner en contexto a nuestros lectores, citaremos a continuación, textualmente, la interpretación del hermano Cho y luego presentaremos el análisis bíblico que hemos realizado.

Este resumen de un trabajo de mayor amplitud, que ha procurado ser lo más objetivo e imparcial posible, creemos que sí proporciona las evidencias suficientes para arribar a una interpretación realmente bíblica respecto a los usos y significados de “lógos” y “rhéma” en la Biblia.

Consideremos, pues, la interpretación y explicación del hermano Cho.

“En el idioma griego hay dos palabras diferentes que se traducen “palabra”. Una es logos, la otra es rhéma. El mundo fue creado por la Palabra, el logos de Dios. Logos es la palabra de Dios que se extiende de Génesis hasta a Apocalipsis, porque toda esa palabra, directa o indirectamente, nos habla de Jesucristo, la Palabra, o logos. Leyendo el logos, de Génesis a Apocalipsis, usted puede recibir todo el conocimiento que necesita acerca de Dios y sus promesas. Pero sólo por leer a logos usted no recibe fe. Usted recibe conocimiento y comprensión de Dios, pero no recibe fe. Romanos 10:17 nos hace ver que el material que se usa para edificar la fe es algo más que la mera lectura de la palabra (logos) de Dios. “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Específicamente hablando, la fe viene por el oír del rhéma” (página 76).

Luego, sigue diciendo el Dr. Cho: “He aquí mi propia definición de rhéma: Rhéma es una palabra específica, dada a una persona específica, en una situación específica.” También dice: “Rhéma trae fe. La fe viene por el oír, por el oír de rhéma. Pedro nunca caminó sobre las aguas sólo por el conocimiento de Dios (logos). Caminó porque recibió rhéma” (página 78). Además afirma: “Hermanos y hermanas, por medio de logos ustedes pueden conocer a Dios. Pueden adquirir conocimiento de quién es o qué es Dios, pero logos no siempre se hace rhéma”

(Página 80).

De esta interpretación se desprende la afirmación de que “lógos” hace referencia a la expresión de una idea, pero a través de un medio escrito (es la palabra escrita); mientras que “rhéma” suele referirse a la palabra hablada, a lo dicho de manera oral. Según esta forma de pensar, cuando usted y yo leemos la Biblia, estamos en contacto con el “logos” de Dios, pero sólo hay “rhéma” cuando hay una palabra de revelación directa que el lector recibe en un momento específico por medio de la acción del Espíritu Santo.

Ahora bien, ¿Son ciertas las premisas del Dr. Cho? ¿Es cierto que la Biblia permite la categorización de “lógos” y “rhéma”, a la manera del Dr. Cho? Estas preguntas no las responderemos de manera directa, por ahora, sino que proporcionando las evidencias necesarias, le daremos al lector un marco adecuado para juzgar las conclusiones del Dr. Cho y de muchos que siguen esta opinión.

A los fines de mostrar en esta investigación una análisis justo y concienzudo, es honesto decir que no sólo el Doctor Cho tiene parte de la culpa en la propagación de una idea errónea sobre la distinción entre “lógos” y “rhéma”. Tenemos que decir que el famoso Diccionario Vine de palabras del Antiguo y Nuevo Testamentos, publicado por la Editorial Caribe, también induce a error, a pesar de mostrar al principio una buena definición de los términos en cuestión.

En primer lugar, observemos lo que afirma sobre “lógos”:

Denota: (I) la expresión del pensamiento; no el mero nombre de un objeto: (a) encarnando una concepción o idea (p.ej., Lc 7.7; 1 Co 14.9,19); (b) un dicho o afirmación: (1) de Dios (p.ej., Jn 15.25; Ro 9.9, 28: «sentencia»; rv: «palabra»; Gl 5.14; Heb 4.12); (2) de Cristo (p.ej., Mt 24.35, plural; Jn 2.22; 4.41; 14.24, plural; 15.25). En relación con (1) y (2) la frase «la palabra del Señor», esto es, la voluntad revelada de Dios (muy frecuente en el AT), se utiliza de una revelación directa dada por Cristo (1 Ts 4.15); del evangelio (Hch 8.25; 13.49; 15.35, 36; 16.32; 19.10; 1 Ts 1.8; 2 Ts 3.1); en este respecto constituye el mensaje procedente del Señor, entregado con su autoridad y hecho eficaz por su poder (cf. Hch 10.36); para otros casos relacionados con el evangelio véase Hch 13.26; 14.3; 15.7; 1 Co 1.18; 2 Co 2.17; 4.2; 5:19; 6.7; Gl 6.6; Ef 1.13; Flp 2.16; Col 1.5; Heb 5.13; en ocasiones se usa del conjunto de las declaraciones de Dios (p.ej., Mc 7.13; Jn 10.35; Ap 1.2, 9); (c) discurso, plática, dicho de instrucción, etc.(p.ej., Hch 2.40; 1 Co 2.13; 12.8; 2 Co 1.18; 1 Ts 1.5; 2 Ts 2.15), traduciéndose «palabra/s» en todos los anteriores pasajes; Heb 6.1: «rudimentos» (rv: «palabra»); doctrina (p.ej., Mt 13.20; Col 3.16; 1 Ti 4.6; 2 Ti 1.13; Tit 1.9; 1 Jn 2.7: «palabra/s»); (II) La palabra personal, el Verbo, título aplicado al Hijo de Dios.

Esta identificación queda establecida por las afirmaciones de doctrina en Jn 1.1-18, declarando en los vv. 1 y 2: (1) su personalidad distintiva y superfinita, (2) su relación en el seno de la Deidad (pros, con, no meramente compañía, sino la más íntima comunión), (3) su Deidad; en el v. 3 su poder creativo; en el v. 14 su encarnación («se hizo carne», lo que expresa un acto voluntario; rvr77, lba, nvi; no como en rv, rvr, vm: «fue hecho»), la realidad y totalidad de su naturaleza humana, y su gloria «como del unigénito del Padre» (en el original la carencia de artículo destaca la naturaleza y carácter de la relación; lit., «como de unigénito de padre»); su gloria fue la de la en abierta manifestación; en el v. 18 se consuma la identificación: «El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer», cumpliéndose así el significado d el Verbo, la manifestación personal, no de una parte de la naturaleza divina, sino de la Deidad plena .

Este título es asimismo utilizado en 1 Jn 1: «el Verbo de vida», combinando las dos declaraciones en Jn 1.1 y 4 y Ap 19.13;

Ahora, consideremos lo que dice sobre “rhéma”:

Denota aquello que es hablado, lo que es expresado de palabra o por escrito; en singular, una palabra (p.ej., Mt 12.36; 27.14; 2 Co 12.4; 13.1; Heb 12.19: «voz que hablaba», rvr, lit., «la voz de palabras»); en plural, dicho, discurso «palabras» (p.ej., Jn 3.34; 8.20; Hch 2.14; 6.11,13; 11.14; 13.42: «cosas», rv; 26.25; Ro 10.18; 2 P 3.2; Jud 17).

Se usa del evangelio en Romanos 10.8, dos veces, 17: «la palabra de Dios»; 10.18; 1 P 1.25, dos veces; de una afirmación, mandato, instrucción (p.ej., Mt 26.75; Lc 1.37: «nada hay imposible para Dios»; rv traduce: «ninguna cosa es imposible para Dios»; lit., «no será imposible para Dios toda palabra»; v. 38; Hch 11.16: «lo dicho», vm: «las palabras»; Heb 11.3).

Y aquí está el párrafo donde manifiesta el problema: “El significado de “rhéma” en su distinción de “lógos” queda ejemplificado en la instrucción a tomar «la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Ef 6.17); aquí la referencia no es a la Biblia entera como tal, sino al pasaje individual de las Escrituras que el Espíritu trae a nuestra memoria para su utilización en tiempo de necesidad, siendo el prerrequisito de ello la lectura habitual y memorización de las Escrituras”.

Esto nos obliga a decir que en esta investigación, no sólo responderemos al Dr. Cho, sino también al Diccionario Vine.

¡Hasta mañana con el favor de Dios!

miércoles, 12 de enero de 2011

Es la economía un tema teológico?

“Las relaciones de mercado, son relaciones humanas y por lo tanto susceptibles a convertirse en relaciones de dominación y poder.”

Una verdad incuestionable es que nunca se ha hecho reflexión teológica en el vacío, sin un determinado marco social, cultura y económico que en alguna manera determine o impulse y matice sus temas, lenguaje, discurso, y propuestas.

Esto significa que en esencia la reflexión teológica siempre ha sido y será contextual, aunque a veces sus representantes y pensadores no logren la necesaria articulación que debe existir entre la reflexión teológica y las características y condiciones de la existencia humana en que ésta ocurre.

Si la reflexión teológica es al fin y al cabo una reflexión humana, es lógico y necesario que el medio en que ésta se origina la matice y explique. Por otro lado, es lógico y necesario esperar también que la reflexión teológica halle su pertinencia en el contexto de sus interlocutores, en una actitud de compasión, solidaridad y compromiso.

Pero, ¿por qué asumir la economía como un tema teológico? Esencial y básicamente por los aspectos humanos que involucra. Entonces cabe preguntarse: ¿Es cierto que en economía sólo se trabaja con números fríos, que no involucra pasiones e intereses?

¿Es inhumana la economía, no está influenciada por los intereses y desintereses que caracterizan el habitual comportamiento humano?

¿Por qué es recurrente escuchar que “falta voluntad política”, “que no ha habido voluntad política”, “que no hay la voluntad política”, respecto de la realización de muchas cosas, planes y proyectos, si bien se entiende que están dadas todas las condiciones para que éstas sean una realidad tangible?

¿Por qué se crean leyes y determinados marcos jurídicos, normas y procedimientos que luego no hay forma (¿voluntad política?) de aplicarse? ¿El problema son los números?

¿Por qué el crecimiento económico no siempre se traduce en un verdadero desarrollo? ¿El problema son los números?

¿Por qué el probado crecimiento económico no se traduce en una verdadera y notable disminución de la pobreza? ¿El problema son los números?

¿Por qué no hay una adecuada distribución de la riqueza que genera la economía? ¿No lo permiten los números o la falta de voluntad política?

¿Por qué uno pocos tienen tanto, y tantos tienen tan poco? Por ejemplo, a escala mundial, para el año 1997 se afirmaba que el 15 % de la población poseía el 79 % de la riqueza mundial, y el 85 % de la población poseía el 21 % restante. De todos modos no podemos esperar que a la fecha se hayan dado cambios significativos en términos positivos.

¿Será cierto que la ética, la solidaridad y la misericordia no tienen lugar en la economía como ciencia? ¿No lo permiten los números?

Una definición acertada de economía nos la recomienda Macario Schettino:

“Economía es la ciencia que estudia de qué manera los recursos escasos son empleados para la satisfacción de las necesidades de los hombres (seres humanos, digo yo) en sociedad; por una parte, está interesada en las operaciones esenciales de la producción, distribución y consumo de los bienes, y por la otra, en las instituciones y actividades cuyo objeto es facilitar estas operaciones”(Edmon Malinvaud, citado por Macario Schettino en Introducción a la economía para no economistas, Pearson Educación, página 3 y 4, 2002).

Ahora bien, como ciencia y actividad humana, la economía no está libre de actitudes inhumanas y malsanas, por eso Luís Ugalde plantea: “Las sociedades producen bienes y servicios y los intercambian… En ese intercambio se genera el mercado donde cada quien busca su beneficio y se van desarrollando “quasi-leyes”.

Las relaciones de mercado, siempre son relaciones humanas y por tanto susceptibles de convertirse en relaciones de dominación y poder. Es decir, la economía se politiza. Por otra parte, justamente para evitar la dominación y la guerra económica, se introduce la política como pacto social, con leyes reguladoras y autoridad que mira por el bien de todas las partes” (Cristianismo y sociedad, Paulinas, página 43).

Para los fines de este artículo, de las palabras de Ugalde me interesa destacar la siguiente afirmación “Las relaciones de mercado, siempre son relaciones humanas y por tanto susceptibles de convertirse en relaciones de dominación y poder.”

Por otro lado, es cierto que no siempre el crecimiento económico es sinónimo de desarrollo. Es posible que haya crecimiento económico, pero sin un verdadero incremento en el cumplimiento de las necesidades básicas. Además, no siempre que hay un real y efectivo “crecimiento económico”, hay al mismo tiempo una adecuada y equitativa distribución de la riqueza. La distribución de la riqueza tiene que ver con la cantidad de recursos que se trasladan hacia toda la población.

Por eso “crecimiento económico” no es sinónimo de desarrollo, ni supone necesariamente una verdadera distribución de la riqueza, y mucho menos el que haya una real y drástica disminución de la pobreza.

Es más, en economía existe la figura del “crecimiento empobrecedor” que consiste en la paradoja de que en la medida en que la economía de un país crece, al mismo tiempo su situación empeora. Se afirma que esta paradoja fue observada primeramente por Edgeworth y redescubierto por Bhagwati.

Al respecto, Miltiades Chacholiades (Economía internacional, McGraw Hill) afirma: “El crecimiento empobrecedor es muy similar a la problema de la agricultura. Mayor producción agrícola a menudo es un anatema para el agricultor, debido a que los precios caen drásticamente como resultado de la baja elasticidad de la de manda por productos agrícolas. Así, la mayor producción agrícola a menudo significa menor ingreso para el granjero. Lo actores del drama agrícola son los mismos del crecimiento empobrecedor, solamente que ellos usan un diferente disfraz” (página 173).

Al apropiarse de la economía como tema teológico, la reflexión teológica tiene mucho que aportar, pues aunque asume lo sobre natural y trascendente como variable y premisa fundamental de su sistema de pensamiento; no obstante, su pertinencia y lugar está en la tierra, entre seres humanos llamados a vivir en armonía, en paz, mediante unas relaciones sanas, donde no haya dominación, alienación ni explotación de ningún tipo.

Ahora bien, como ni la Biblia, ni el mensaje cristiano, ni la reflexión teológica tienen respuestas mágicas a los grandes problemas sociales, económicos políticos, ecológicos, raciales, etc., que afectan a nuestros países, se da por sentado que la reflexión teológica es y debe ser necesariamente interdisciplinaria.

Precisamente al respecto, el teólogo Felicísimo Martínez Diez, afirma: “Las ciencias humanas son importantes auxiliares para la reflexión teológica, pues proporcionan a ésta análisis de los procesos históricos en los que se encarnan la gracia y el pecado, la liberación y la esclavitud. Las ciencias humanas no son ya meros prolegómenos a la reflexión teológica, sino verdadero material para ésta. Sus análisis científicos deben acompañar constantemente el quehacer teológico.

A la teología le corresponde ahondar en los motivos de los continuos fracasos sociales de la humanidad; ¿por qué siendo teóricamente posibles las soluciones a esos problemas, las soluciones no llegan? Éste es el ámbito propio de la palabra teológica con las ciencias sociales”(Teología latinoamericana y teología europea, el debate en torno a la liberación, Ediciones Paulina, 1989, páginas 126 y 127); y la economía es una de ellas.

Bajo la premisa de la existencia de un Dios que todo lo sabe, que todo lo puede, y que es el Señor de la historia; la reflexión teológica no puede guardar silencio. Precisamente el Dios de la teología cristiana es un Dios justo, que ama la justicia, la misericordia y la paz. Entonces, si así se concibe al Dios de la teología cristiana, el carácter de ese Dios debe matizar en todo momento el discurso teológico con todas sus implicaciones humanas, sociales, políticas, económicas, etc.

En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.

¡Que Dios nos ayude!