viernes, 29 de octubre de 2010

La reforma protestante... Un análisis crítico IV

El fenómeno del llamado “catolicismo temprano” o “protocatolicismo” presente en el NT.

Se la llamado “protocatolicismo” o “catolicismo temprano” al ciertos rasgos que se encuentran en algunas secciones del NT mismo (principalmente las pastorales y las generales) y que concuerdan con algunos de los rasgos principales de la iglesia católica romana occidental en la edad media. Raymond Brown considera al biblista alemán y luterano Ernst Kasemann como el principal exponente de la existencia de rasgos protocatólicos en 2 Pedro.

De manera resumida, voy a mencionar aquí los aspectos que se consideran expresión del llamado catolicismo temprano (Diccionario enciclopédico de historia de la iglesia, Herder):

1) Ante el retrazo de la parusía, la necesidad de la iglesia de afrontar su devenir histórico y el sentido presente de la vida (con el retraso de la parusía, los cristianos, que al principio entendían que la venida de Jesús acontecería muy pronto, tuvieron que hacer preparativo para su estadía aquí en la tierra. Este aspecto favoreció el proceso histórico de la institucionalización de la iglesia).

2) La tradición apostólica (compares 2 Tesalonicenses 3.6), expresada en las cartas pastorales como “depósito” confiado al apóstol y sus sucesores (1 Timoteo 6.29; 1 Timoteo 1.12, 14), garantiza la identidad de los cristianos a través del cambio de los tiempos y frente a las falsas doctrinas.

3) La imagen de las comunidades se define menos a partir de los carismas dones que del orden de los ministerios eclesiásticos (Las pastoreas y Primera de Clemente)

4) En la mención de los elementos que le otorgan consistencia y permanencia a la comunidad adquiere importancia la enseñanza ética y la formación para el correcto comportamiento cristiano, también como expresión de la verdadera doctrina (1 Timoteo 6.1-10; Tito 3.1-8).

5) La constitución de un canon cristiano propio tenía para la iglesia carácter de confesión de fe (Judas 1)

6) Específicamente con relación a 2 Pedro, la idea de que la Escrituras proféticas no eran materia de exégesis personal, sino que habían de ser interpretadas por maestros autorizados como Pedro (2 Pedro 1.16-2.2).

Los concilios ecuménicos nos dicen algo

El tema de los concilios ecuménicos. Es penoso que en la obra de Justo L. González (Historia del Cristianismo[1] Tomo I y II), el tema de los concilios ecuménicos, y el conciliarismo como tal, hayan sido prácticamente ignorados.

La Reforma Protestante en sí

Para la parte final de esta ponencia me voy a concentrar en la situación posterior e inmediata al movimiento conocido como “la Reforma protestante”, para relativizar así un aspecto, quizás el principal lema de dicho movimiento que, personalmente pienso, mediante una actitud muy poco crítica, ha sido presentado sin ningún nivel de relatividad. Este lema es el de Sola Escritura. Pero, antes de abordar esta última cuestión, quiero delimitar de manera adecuada y precisa el movimiento que comúnmente se ha llamado “Reforma protestante”. Por lo tanto, consideremos algunas de las definiciones que ofrecen algunas fuentes especializadas:

El Diccionario de la ciencias humanas define la Reforma protestante con las siguientes palabras: Desde el punto de vista histórico y religioso, Reforma fue el movimiento iniciado por Lutero, Calvino (1509-1564) y Zwinglio (suiza, 1485-1531) (siglo XVI) frente a la Iglesia de Roma – que, según ellos, seguía unos comportamientos contrarios a las enseñanzas de Jesucristo-, con el fin de volver al cristianismo primitivo tal y como aparece en el NT. Desde 1529 se conoce como protestantismo o Reforma Protestante”.

Diccionario enciclopédico de historia de la iglesia: “A partir de Leopold von Ranke, se entiende por Reforma una determinada época de la historia de Alemania y, más en general, de Europa, en la que, sobre la base del nuevo punto de partida teológico de Martín Lutero (1485-1546), se produjo en la primera mitad del siglo XVI una importante modificación de las circunstancias eclesiales, políticas y sociales”.

Diccionario historia de la iglesia: “Término amplio que designa un movimiento religioso en la cristiandad occidental, que surgió alrededor del año 1500 y culminó a mediados del siglo XVII, con antecedentes directos que se remontan al siglo XIV. Aunque condicionado por factores políticos, económicos, sociales, e intelectuales, el curso de los acontecimientos y los escritos de los propios reformadores revelan que por encima de todo fue un despertamiento religiosos que se proponía la renovación cristiana”.

Diccionario de términos religiosos y afines: “Movimiento encabezado por Martín Lutero en los comienzos del siglo XIV, que pretendía reformar la Iglesia y que terminó en el gran cisma de occidente con la introducción del protestantismo. Junto a Lutero han de mencionarse otros destacados reformadores: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII”.

Enciclopedia católica online: “El término usual para el movimiento religioso que hizo su aparición en la Europa Occidental en el siglo XVI, y el cual, mientras clamaba ostensiblemente por una renovación interna de la Iglesia, condujo realmente a una gran revuelta contra ella y a un abandono de las principales creencias religiosas”.

Por las fuentes citas y otras, podemos decir que a pesar de algunas diferencias, hay un cierto consenso en algunos aspectos:

1) Que la Reforma protestante, auque reconocido como un movimiento del siglo XVI, encuentra antecedentes alrededor del siglo XIV. Como antecedentes podemos mencionar a Juan Wiclif (reformador inglés que vivió entre 1329 y el 1384, es considerado como la estrella matutina de la reforma, influenció a Juan Hus y a sus seguidores). Juan Hus (reformador checo, que vivió del 1373 al 1415, fue quemado en la hoguera),

2) Que la reforma haya encontrado en el espíritu del renacimiento un recurso aliado para la difusión de sus ideas, y sus pretensiones.

3) El estado de decadencia en que se encontraba una parte de la iglesia católica en Europa.

“La promulgación de indulgencias para la nueva Basílica de San Pedro proporcionó a Lutero una oportunidad para atacar a las indulgencias en general, y ese ataque fue la causa inmediata de la Reforma en Alemania. Poco después, la misma razón condujo a Zwinglio a aplicar sus equivocadas enseñanzas, inaugurando con eso la Reforma en la Suiza Germana. Ambos declararon que estaban atacando tan solo a los abusos de las indulgencias; sin embargo, pronto enseñaron una doctrina en muchas formas contraria a la enseñanza de la Iglesia. La gran aceptación que recibió Lutero en su primera aparición, tanto en círculos humanísticos como entre algunos teólogos y algunos de los laicos de buena línea, fue debida a una insatisfacción con los abusos existentes” (Enciclopedia católica online, artículo La reforma)

4) La situación de inestabilidad política en que encontraba Europa para el siglo XVI.

En cuanto los intereses políticos que se involucraron en la Reforma, me resultan interesantes las palabras de Walter Brueggemann: “La fuerza política de la Reforma (en la medida en que esta puede representar una revolución política y cultural) es compleja y no puede reducirse a una única causa o explicación. Es posible, sin embargo, afirmar que, a pesar de todos los interese políticos y los caprichos interpretativos que pasaron a estar involucrados con la Reforma, sus principales defensores compartían la pasión fundamental de Lutero de que la Escritura posee una voz propia, la cual debe ser oída en su radicalidad liberada. Esta «voz de la Biblia» pronuncia su verdad y plantea sus pretensiones de acuerdo con sus propias categorías, las cuales una y otra vez resultan extrañas y antipáticas” (Teología del Antiguo Testamento, un juicio a YAHVÉ, página 17).

5) Que si bien hubo personas que con sus acciones, escritos y enseñanzas precedieron a Martín Lutero, fue, sin embargo, con éste cuando se dieron las circunstancias históricas específicas (sociales, políticas, económicas, culturales, etc.) que permiten considerar la acción de Martín Lutero del 31 de octubre de año 1517 como el inicio de la Reforma protestante.

Entre los otros príncipes Alemanes que prontamente se asociaron a Lutero y secundaron sus esfuerzos estuvieron:

  • Juan de Sajonia (el hermano de Federico);
  • El Gran-Maestro Albet de Prusia, que convirtió las tierras de su orden en un ducado secular, tornándose su señor hereditario al aceptar el Luteranismo;
  • Los Duques Enrique y Alberto de Mecklenburg;
  • El Conde Alberto de Mansfield;
  • El Conde Edzard, de Friesland del este;
  • Landgrave Felipe de Hesse, quien se declaró definitivamente a favor de la Reforma después de 1524.

Fuente: Enciclopedia católica, artículo, Reforma protestante.

La Reforma protestante en sí (conclusión)

6) Que el movimiento reformador no adquirido el apellido de protestante antes del

año 1529, año en que se celebró la llamada Dieta de Espira[2].

Pasemos ahora, a abordar críticamente el lema de Sola escritura, lema que mencionamos anteriormente y que consideramos merece un análisis crítico y objetivo, a la luz de los años inmediatos a la Reforma protestante, y la actualidad contemporánea.

Yo me pregunto ¿Llegaron los reformadores, aunque sea los principales, a asumir en la práctica, real y efectivamente el lema y concepto de Sola Escritura? ¿Es posible encontrar evidencias históricas seguras que permitan decir tal cosa? ¿Practican nuestras iglesias hoy el lema de Sola Escritura?

Mi opinión personal es que lo que ocurrido en el movimiento reformador en poco muy poco tiempo (por ejemplo, el fenómeno conocido como “reforma radical”) y la realidad muy posterior, incluyendo la situación actual, es que el lema de Sola Escritura no pasa de ser una especie de ilusión o sueño, una afirmación que muestra mucho de ingenuidad, pues la vida práctica de cada iglesia local en particular, y la realidad de lo que ocurre dentro (a lo interno) de las distintas corrientes del protestantismo la ponen entredicho. En verdad no hay tal cosa como una lectura inocente y neutral de las Escrituras (la Biblia).

El que tengamos que reconocer que dentro del protestantismo hay una lectura de la Biblia de corte católica, pentecostal, adventista, reformada, bautista, presbiteriana, ecuménica, arminiana, arminio-wesleyana, etc. deja ver que si bien asumimos prácticamente el mismo canon, cada uno, de acuerdo a la corriente y comunidad lectora[3] en que se encuentra, ha de llegar a ciertas conclusiones casi predeterminadas. Por otro lado, ¿qué persona, en el proceso de exégesis e interpretación de la Biblia parte de la idea de que la interpretación que históricamente ha hecho la comunidad de fe de la que él es parte, está equivocada? ¿Acaso lo que habitualmente ocurre no es que el intérprete dé por sentado, parta del supuesto, de que su sistema le proporciona un marco macro que él procurará confirmar al final de su trabajo?

En este punto, se me hace necesario volver a recurrir a Walter Brueggemann, cito: “El concilio de Trento se resistió al esfuerzo de la Reforma por lograr una interpretación de la Biblia libre de la autoridad interpretativa de la iglesia. La formulación tridentina de la autoridad es que la verdad cristiana mana de dos fuentes: la Escritura y la tradición. Con tradición se refiere al contenido acumulado de enseñanza eclesial, de modo que la Biblia será escuchada y comprendida de acuerdo con las categorías de la fe de a iglesia católica”. Sigue Walter Bruegeeman diciendo: “Cuando la polémica de Trento se entiende en su contexto, resulta evidente que el concilio estaba en lo correcto en su formulación, aunque en aquella situación polémica el cristianismo de la Reforma no podía aceptar la forma en que se llevaba a cabo en la iglesia católica de Roma. Sin embargo, es cierto que la escritura no puede comprenderse al margen de la constante función de la tradición comunitaria. Ni siquiera los principales reformadores creían que podía existir al margen de una comunidad interpretativa permanente con premisas interpretativas ya declaradas” (página 18).

Además, “Obviamente, no existe exégesis sin premisas. Las premisas que rigen la exégesis ocultas o reconocidas, surgen de la comunidad en la que y para la que se lleva a cabo la interpretación. Así en la práctica, la autoridad de la Escritura está íntimamente unida a las reclamaciones de la comunidad interpretativa, una realidad no fácilmente aceptada en el protestantismo. Esta conciencia no está demasiado lejos de la fórmula tridentina de «Escritura y tradición» si la tradición se comprende como la lente de la interpretación. Tal lente está presente en las tradiciones de la Reforma, pues no de desaparece con el Slogan de Sola scripura(Página 18).

“La ortodoxia protestante, tanto en el luteranismo como en el calvinismo, elaboró un esquema rígido de reflexión teológica que seguía de cerca el perfil de la afirmación dogmática de la iglesia. Es decir, las notables intuiciones evangélicas de los reformadores se convirtieron en un esquema cognitivo que mantenía las formas de la fe evangélica, pero que se alejaba cada vez más de la esencia y de la fuerza liberadora que los había hecho nacer” (página 21).

Consideremos ahora las palabras del reconocido teólogo reformado, Luís Berkhof: “El dogmatista se afirma en las enseñanzas confesionales de la iglesia a la que pertenece, es decir, ellas determinan su inclinación. Se objetará que, como es natural, tal circunstancia pone en peligro su libertad intelectual; pero no necesariamente ha de ser así. Mientras permanezca como miembro de una determinada iglesia, debe considerar que lo hace por convicción, y siendo así, será natural que considere los dogmas de su iglesia no como odiosos grillos que encadenan su libertad, sino más bien como amables guías que le informan de la dirección en la que debe movilizarse. Además, es bueno recordar que no hay nadie que carezca por completo de una determinada inclinación en su trabajo científico; y que aquel que rehúse dejarse afectar por los dogmas de su iglesia no podrá posar como dogmatista de ella” (Introducción a la Teología Sistemática, página 28, 1973).

En el contexto del análisis del llamado protocatolicismo en 2 Pedro, reaccionando contra la postura de Kasemann[4], el mundialmente conocido biblista, Raymond E. Brown, afirma: “Se ha cuestionado seriamente el derecho de los intérpretes a determinar lo que favorece su propia teología y su inclinación eclesial es el verdadero mensaje del NT y lo que no, es una distorsión”… ¿No sería más saludable reconocer que las tradiciones de cada iglesia individual capitalizan ideas selectas del NT y que el diálogo entre ellas se facilitará cuando cada tradición se decida a dar cuenta de aquello que ha olvidado?” (Introducción al NT, tomo II, página 990).

Siguiendo a Joseph Lortz (Historia de la iglesia I, Cristiandad), digo que sería ideal el que cada tradición procurara averiguar sin prejuicios qué hay en su patrimonio de las otras tradiciones teológicas.

Conclusión: El espíritu de la reforma hoy: ¿Estamos dispuestos a reformar hoy? ¿Estamos dispuestos a correr el riesgo? ¿Ha sido definido, ha tomado en serio, el protestantismo el papel del teólogo en la tradición protestante? ¿Bajo cuáles condiciones se hace la teología protestante? ¿Es diferente la situación que enfrenta el teólogo protestante a la que enfrenta el teólogo católico?

Recomendación: Asumir una postura crítica frente a la historia y frente a nuestras propias escuelas y tradiciones de fe. Es imposible pretender un trabajo de interpretación ya sea textual o histórico que sea neutral, pero podemos aspirar a un trabajo con ciertos niveles de objetividad y autocrítica. Creo que Kasemann tiene razón, no al ver un deterioro en al esencia de la fe de la fe en el mismo NT, sino cuando reconoce que la diversidad está presente en el mismo corazón del la Biblia.



[1]¿Historia del cristianismo? O ¿Historia de la iglesia? ¿Historia del protestantismo? O ¿Historia de una de las corrientes del cristianismo? Mi opinión es que el título de la obra deber ser honrado por el contenido de la misma. Es preciso aclarar que la historia del cristianismo como tal, es mucho más amplia que la simple historia de una de sus tres expresiones históricas (Iglesia ortodoxa griega, iglesia católica romana occidental y el protestantismo). Historia de la iglesia y la historia del cristianismo no son la misma cosa, aunque un sentido de manera abstracta sí. Si bien se afirma que sociológicamente el cristianismo no podría sobrevivir sin el fenómeno de las iglesias (históricamente ha sobrevivido mediante las iglesias), por otro lado, ninguna iglesia contiene en sí misma el contenido total del cristianismo (en cuanto a este tema, recomiendo leer el libro Evangelio, iglesia y cristianismo, historia y dialéctica, de Gumersindo Lorenzo Salas, Ediciones el Almendro, año1991). Si alguien se propone escribir una obra de carácter histórico debe considera muy bien la concordancia entre el título que le pone y el contenido que desarrolla. La obra de Justo L. González más bien debería llamarse algo aspa como “Buscando los orígenes del protestantismo”.

[2] Lo que ocurrió en la dieta de Espira fue que ante la decisión del emperador Carlos V de exigir que se hiciera cumplir el edicto de Worms (Convocado por Carlos V para que los estados defendieran su antigua fe en contra de Lutero. Fechado el 8 de mayo de 1521 había declarado a Lutero y sus seguidores “fuera de la ley”). Pero unas 14 ciudades libre protestaron enérgicamente contra la decisión del emperador y de ahí el nombre “Protestantes”. Después de muchos intentos de aplastar militarmente al luteranismo, el emperador tuvo que reconocer el luteranismo en la llamada paz de Augsburgo de 1555.

[3] Al respecto, Brueggeman plantea: “El término iglesia permite insistir en aspectos teológicos, mientras que el término genérico «comunidad lectora» reconoce que la iglesia no es por sí misma una comunidad lectora privilegiada en relación a la Biblia sino que, como cualquier otra comunidad lectora, no es neutral o inocente, por lo que lee teniendo intereses en juego” (obra citada, nota al pie, página 19).

[4] Kasemann junto a otros ha sostenido que en el mismo NT se puede percibir una especia de distorsión entre lo que se ve al principio en las cartas de Pablo y lo que luego reflejan principalmente las cartas pastorales, incluso Hechos. Kasemaan llegó a la siguiente conclusión: “El canon del NT no establece por sí mismo la unidad de la iglesia. Muy al contrario, por su misma estructura, es decir, por los mismos elementos que lo componen y que el historiador puede descubrir en él, constituye el fundamento de la diversidad de las confesiones cristinas (citado por Valerio Mannucci, en La Biblia como palabra de Dios, página 217). Mannucci conluye: Planteado y entendido de esta manera el canon del NT en lugar de ser el fundamento de la unidad de la iglesia, pasa a ser el fundamento de la diversidad de las iglesias cristianas” (obra citada, página 216)

Hasta una próxima, Bendiciones.

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