viernes, 5 de noviembre de 2010

Papel de la mujer: hogar, sociedad e iglesia

Principios para una reinterpretación (Parte II)

Puntualizaciones importantes con relación al Pentateuco

El Comentario Bíblico San Jerónimo publicado por Ediciones Cristiandad, y dirigido por Raymond E. Brown, Joseph A. Fitzmyer, y Roland E. Murphy, con relación a la autoría del Pentateuco, entre otras cosas, afirma: “Las cuatro tradiciones (yahvista, elohista, deuteronomista y la sacerdotal) que, como hemos visto, vinieron a formar el Pentateuco canónico recibieron su forma definitiva en distintas etapas, que van desde el siglo X al VI. Por tanto, la más antigua de ellas es muy posterior a Moisés, que vivió en el siglo XIII a quien tradicionalmente se ha atribuido el Pentateuco.

El problema que esto plantea no puede resolverse simplemente negando los resultados ciertos de la crítica literaria e histórica. Por el contrario, la solución implica un análisis más matizado por lo que se refiere al origen del contenido de las tradiciones y al concepto de autor tal como lo entendían los israelitas y los primeros cristianos.” (Tomo I, página 57).

Finalmente, quiero cerrar esta apelación a Lasor, Hubbar y Bush, con la siguiente cita: “Otras evidencias del texto apuntan a una larga historia de transmisión y desarrollo. Una asombrosa cantidad de pasajes presentan indicios de una época posterior a la de Moisés. Cabe citar algunos ejemplos representativos. 1) Afirmaciones tales como «y el cananeo estaba entonces en la tierra» (Génesis 12.6; 13.7 y «Así comieron los hijos de Israel maná… hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán (Éxodo 16.35)» implican que Israel ya estaba ocupando a Canaán. 2) Génesis 14.14 señala que Abram persiguió a los captores de Lot hasta «Dan», pero ese lugar no se llamó a sí hasta que los danitas lo capturaron después de la conquista (Josué 19.47; Jueces 18.29). 3) En Génesis 36.31, al comienzo de una lista de reyes edomitas, se declara que todos reinaron «antes de que reinase rey sobre los hijos de Israel». Evidentemente, el punto de vista del autor sólo puede situarse en algún momento posterior a Saúl” (Panorama AT, página 59).

Para concluir esta sección quiero mencionar un elemento adicional que va en la misma línea de los autores citados. Según Éxodo 3 (compárese Éxodo 6.3), el origen del sagrado nombre para el Dios de Israel, YHVH, se da a conocer en ese entonces. Lo interesantes es que ya en Génesis 2, en la expresión “Jehová Dios” (Reina Valera 1960), evidencia que el nombre ya estaba en uso. Obviamente, esto sólo puede significar tres cosas.

1) Que para cuando se redacta Génesis 2, ya había tenido lugar lo relatado en Éxodo 3. Esto también supone que, específicamente en cuanto al Pentateuco, el orden en que finalmente nos han llegado los libros, no es necesariamente el orden en que originalmente fueron escritos.

Esta seria posibilidad tiene muchas implicaciones para la perspectiva con que el autor o redactor bíblico ve y hace referencia a hechos o eventos que se supone ocurrieron antes.

2) Que el relato de Éxodo 3 pretende dar a conocer el origen de un nombre que, como ya evidencia Génesis 2, estaba en uso, aun cuando no se tuviera o se desconociera el punto de vista ofrecido por Éxodo 3. No obstante, el asunto se complica cuando ponemos atención a lo que nos dice Éxodo 6.3 “Yo me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, pero con mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos.” ¿Cómo es esto posible, si en el Génesis vemos que en múltiples ocasiones Abraham llama a Dios con dicho nombre? Considérese los siguientes pasajes: Génesis 12.1, 4, 7, 8; 13.4, 13, 14, 18; 15.1, 2, 6, 8; 16.2. Además, ¿cómo se llamó el Dios ante el cual halló Noé halló gracia, y que también le dio el mandato de hacer un arca? Véase Génesis 6.8; 7.1, 5, 16; 8.20, 21.

3) Que la explicación que ofrece Éxodo 3 y 6, sobre el origen y uso del nombre sagrado de Dios tuvo una existencia independiente, pero que el redactor la incluyó sin percatarse de que (a pesar de que) entraba en cierta confrontación con las abundantes narraciones del Génesis que muestran un uso común del sagrado nombre YHVH, castellanizado generalmente por la Reina Valera, como Jehová.

Bueno, después de este preámbulo con el cual he pretendido arrojar un poco de luz sobre la naturaleza y complejidades del Pentateuco, pienso que estamos en mejores condiciones para involucrarnos en un análisis serio y lo más objetivamente posible del contenido de Génesis 1 y 2.

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