domingo, 19 de diciembre de 2010

Navidad: paganismo y redención

Un análisis crítico, pero optimista (conclusión)

La resurrección (palabra que no aparece en el AT) y su entrada tardía en la religión hebrea (influencia persa)

Quiero iniciar esta sección con las siguientes palabras: “Según una opinión bastante extendida, la idea de la resurrección no había tomado cuerpo, en el pensamiento judío, hasta comienzos del siglo II antes de nuestra era. Después de las persecuciones de Antíoco Epífanes contra los que se oponían a la helenización del pueblo judío y querían salvaguardar las prescripciones de la ley mosaica tal y como era interpretada en aquella época” (¿Es necesario aún hablar de «resurrección»? de Marie-Émile Boismard, Desclée De Brouwer, página 17)

La resurrección es un tema vital para el cristianismo (1 Corintios 15), sin embargo, lo cierto es que esta doctrina vino a entrar muy tarde en algunos sectores del judaísmo (como una influencia de la cultura y religión persa), además de que tampoco logró ser aceptada por todos los grupos del judaísmo. Por ejemplo, en el NT encontramos evidencias de que los saduceos no creían en la resurrección, pero los fariseos sí (Mateo 22.23; Hechos 23.6-10). Luego, hay que decir también que si bien esta doctrina es muy prominente para el cristianismo, se lo debe a una influencia directa de la corriente sobre el mismo. No olvidemos que Pablo, el gran paladín cristiano del la resurrección, era de la corriente de los fariseos (Hechos 23.6; Filipenses 3.4-5) ¿Casualidad?

Es preciso decir también que por la forma en que Jesús vivió, como enseñó, vivió y abordó una serie de temas, y también concordaba con la corriente de los fariseos (compárese Mateo 22.23-33). Recordemos que en el NT vemos a Jesús enfrentando el liderazgo del templo, nicho de los saduceos y su corriente (Mateo 24.1-2; Marcos 13.1-2; también Mateo 21.12-13; Lucas 19.45-46); sin embargo y, por otro lado, vemos a Jesús haciendo uso de la palabra en la sinagoga, nicho de la corriente de los fariseos (Mateo 12.9; Lucas 4.16-17; Juan 6.59). Además, notamos cómo muchos de la corriente de los fariseos entraron a formar parte del movimiento de los seguidores de Jesús, y tuvieron un papel preponderante en la problemática que originó el conocido concilio o asamblea de Jerusalén (Hechos 15.5).

Por otro lado, tengo que decir que los esenios (a los cuales no hay referencia directa en el NT) también creían en la resurrección.

A pesar de la importancia que tuvo la resurrección para los fariseos (por influencia persa), y luego para el cristianismo (por la corriente de los fariseos), lo cierto es que este elemento no es original de la religión hebrea (principalmente en la corriente de los fariseos), ni del cristianismo.

Para concluir este apartado voy a citar unos párrafos de un interesante artículo que hallé en la Internet, titulado Persia y la Biblia (http://www.veghazi.cl/biblia/biblia11.html):

“Los libros antiguos de la Biblia judía no conocen la idea de la resurrección; sólo se creía que "la memoria del justo será bendita, pero el nombre de los impíos se pudrirá" (Prov. 10. 7).

En el Libro de Job, redactado probablemente hacia fines de la época persa, se plantea la cuestión de la vida del más allá y de la resurrección en forma más concreta: "Pero el hombre muere y desaparece; el hombre expira; ¿y donde estará? Se agotan las aguas de un lago y un río mengua y se seca, así yace el hombre y no se vuelve a levantar. Hasta que no haya más cielos, no lo despertarán, ni lo levantarán de su sueño" (Cáp. 14. 10-12). Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? "Yo esperaría todo el tiempo necesario hasta que viniera el alivio de mis penas" (Cáp. 14. 14).


El Libro de Isaías (Cáp. 26.19) representa un paso más en la aceptación de las ideas persas acerca de la resurrección: "Tus muertos volverán a vivir, sus cadáveres se levantarán. ¡Despertad y cantad, oh moradores del polvo! Porque tu rocío es como rocío de luces y la tierra dará a luz a sus fallecidos". "Tus muertos", o sea los muertos de Dios, es decir, los piadosos y los mártires, por lo tanto la resurrección tocará sólo a los buenos.

El apocalipsis del Libro de Daniel refleja la idea dualista de la resurrección: "Y muchos de los que duermen en la tumba serán despertados, unos para la vida eterna y otros para la vergüenza y horror eternos. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento y los que enseñaban justicia a la multitud, brillarán como las estrellas, por toda la eternidad" (Cáp. 12. 2-3).

Según este concepto, no sólo los justos resurgirán como pre­mio por su honestidad y justicia, sino también los malos, para recibir su castigo. La resurrección no es todavía para todos los muertos.

En el Libro de Daniel la resurrección de los muertos acompaña al juicio final y también la llegada del Mesías (Cáp. 7. 9-10 y 14-15). La presencia del juicio final y sus elementos característicos, como el río, el fuego, los libros abiertos de los hechos realizados por los seres humanos, la resurrección y la llegada del Mesías significan la incorporación de elementos coherentes y seguidos por el zoroastrismo en el pensamiento religioso de los judíos.

Las ideas de la resurrección, del juicio final y de la llegada del Mesías son ideas básicas de los esenios. Ellos absorbieron también otros conceptos de la religión persa, especialmente la visión dua­lista del mundo.”

Este interesante artículo concluye con las siguientes palabras:

“Aunque no mencionamos en forma amplia la influencia persa en la vida socio-económica y cultural, podemos subrayar que la influencia religiosa persa fue muy importante en el desarrollo de las religiones monoteístas. La idea de la Salvación, el Hijo del Hombre, el Mesías, el Juicio Final, la Resurrección, la Inmortalidad tuvieron sus raíces en la cultura religiosa persa.

La presencia de estas ideas en la Biblia como consecuencia de su historia y de su desarrollo espiritual-cultural está enraizada en el judaísmo, y así es comprensible que los conceptos de origen persa se hayan integrado orgánicamente en el pensamiento religioso judío, como si fuesen elementos completamente originales y pro­pios. Lo mismo se puede decir con respecto al cristianismo primiti­vo, agregando que la influencia persa le había llegado no en forma directa sino por el sincretismo helenista. La incorporación de estas ideas en el Nuevo Testamento y en la teología cristiana es más acentuada para demostrar la diferencia entre el judaísmo y cristia­nismo y abrir las puertas para los gentiles quienes eran más helenizados que los judíos.”

7) Los nombres del calendario hebreo

A pesar de que muchos judíos presumen de su pureza y atacan al cristianismo por las influencias helenas y babilónicas, lo cierto es que los nombres de los meses del calendario hebreo todavía en vigencia, por influencia babilónica, corresponden a nombres de dioses babilónicos, si no todos, algunos sí, como Tamuz.

Los nombres de los meses en el calendario hebreo son:

1) Tishrei (entre septiembre y octubre)

2) Jeshván Llamado también Marjeshván (octubre o noviembre)

3) Kislev (noviembre o diciembre)

4) Tevet (diciembre o enero)

5) Shevat (enero o febrero)

6) Adar (febrero o marzo)

7) Nisán (marzo o abril)

8) Iyar (abril o mayo)

9) Siván (mayo o junio)

10) Tamuz (junio o julio)

11) Av (julio o agosto)

12) Elul (agosto o septiembre)

Conclusión: Pienso que después de considerar en esta serie: 1) Cómo la religión judía ha sido influenciada incluso en sus textos sagrados por elementos egipcios, cananeos, babilonios, persas y helenos. 2) Cómo las características de la religión judía del primer siglo de nuestra era impactó de manera decisiva al cristianismo naciente. 3) Cómo el helenismo también dejó su impronta en el cristianismo, habiendo influenciado previamente al judaísmo. Creo que estamos mejor preparados para embarcarnos con propiedad y con sentido crítico, pero optimista, en nuestro tema de fondo: “Navidad, paganismo y redención”.

Bendiciones!

No hay comentarios:

Publicar un comentario