viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad, paganismo y redención

Un punto de vista crítico pero optimísta (tercera parte)

Orígen histórico de la navidad


El Diccionario de espiritualidad (tres tomos, de la Editorial Herder, 1987) y dirigido por Ermano Ancilli, menciona tres causas que originaron la navidad: 1) Una eclesiológica (que también podría denominarse Cristológica), 2) una sociológica (que también podría denominarse “pragmática”) y 3) una política (que también envuelve una actitud pragmática).

1) La causa eclesiológica explica el origen de la navidad como el intento de profundizar y enfocar con nueva luz los aspectos que ponen de relieve la grandeza y la naturaleza divina del verbo encarnado, ante la herejía arriana que ponía en duda la divinidad de Cristo.

2) La causa sociológica explica el origen de la navidad como la absorción y cristianización de la heliolatría (culto al sol) que era el resultado de un sincretismo político religioso entre el culto imperial y el culto oriental de Mitra. Entre los siglos III y IV la heliolatría se presentaba como la última forma heredada del paganismo romano.

3) La causa política explica el origen de la navidad como favorecida y apoyada plenamente por el emperador Constantino como una fiesta que servía para reforzar su política. La política de Constantino, pues se afirma que éste con su familia era partidario del monoteísmo solar.

Se dice que el “Sol invictus” figura en sus monedas hasta el 324 d.C. Cuando Constantino legisló sobre la semana, utilizó siempre, para indicar el domingo, la expresión “día del sol” (idea que refleja todavía el inglés Sunday). El 7 de marzo de 321 Constantino dispuso precisamente que se hiciese fiesta en el venerable “día del sol” (es la fecha del origen del descanso dominical) y más tarde autorizó también en ese día la emancipación de los esclavos. (Tomo II, páginas 679-682).

Ahora bien, en cuanto a los relatos del nacimiento de Jesús de Mateo y Lucas, podemos decir que ciertamente no establecen la fecha del nacimiento de Jesús, ni parece que pretendieran hacerlo; pero sí dejan ver que, por lo menos, para dos de los cuatro evangelios canónicos fue importante para su teología presentar un relato o descripción del nacimiento de Jesús. Esto es indiscutible y debe ser aceptado por los que se oponen a la celebración de la navidad.

Creo ciertamente que el hecho de que dos de los cuatro evangelios canónicos hayan tenido como importante para su teología, ofrecer una descripción del nacimiento de Jesús, es un argumento que debe ser tomado en serio, si queremos ser coherentes en mantener la Biblia como un referente indispensable para nuestra reflexión teológica. Lo triste es que hay personas que cuando la Biblia parece no darle la razón, prefieren ignorarla.

Mi personal respuesta a las principales tradicionales
y o
bjeciones a la navidad

Ahora, yo quiero refutar aunque de manera precisa y concisa, algunas de las tradicionales y principales objeciones que algunos hacen a la celebración de la navidad:

1.-No es la fecha en que nació (25 de diciembre): Respuesta: ¿Es posible sugerir una fecha alternativa? Esta realidad (que Jesús no nació un 25 de diciembre) si bien es reconocida por todos los que aprobamos la celebración de la navidad, no niega; sin embargo, que Jesús realmente nació. Luego hay que decir que no celebramos el día que Jesús nació, sino la realidad de que nació, y promovemos la reflexión en torno a la razón y explicación teológica que motivó su nacimiento.

¿Por qué no vemos que las personas e instituciones que se oponen a la celebración de la navidad en diciembre, la celebren en la fecha que entienden que se ajusta mejor a la realidad histórica? Luego hay que decir que en verdad no la celebran en otra fecha alternativa porque simplemente entienden que no hay razón para celebrarla. Entonces, no es realmente un asunto de fecha, otras son las razones, como la objeción que sigue a continuación.

2.-La Biblia no nos instruye a celebrarla. Respuesta: Ciertamente esta es una verdad incuestionable, no obstante, también es honesto reconocer que la Biblia tampoco la prohíbe, y esta es otra verdad también incuestionable. En realidad una cosa es que la Biblia prohíba una determinada práctica y otra que sencillamente no la ordene, mande o instituya. ¿Cuántos elementos de nuestras tradiciones cristianas (eclesiales y teológicas), si bien no cuentan con una prohibición bíblica, tampoco cuentan con un mandato bíblico que las instituya u ordene?

Luego, al llegar este punto, uno tiene que preguntarse sobre la coherencia de la iglesia y de las personas que levantan esta objeción, pues cabe la pregunta: ¿Será verdad que todo lo que vemos que practican nuestras iglesias se basa en un mandato bíblico, o se ajusta a la forma y modelo que se ve en la Biblia?

¿Por qué no asumir la misma postura, la misma crítica con relación a otras prácticas que tienen nuestras iglesias, y que sabemos que no cuentan con un mandato bíblico como soporte? ¿Sería acertada la opinión de que tenemos muchos ejemplos donde la iglesia no sólo es que no cuenta con un mandato bíblico para hacer una determinada cosa, sino que además, adopta una postura diferente y argumenta contradictoriamente al ejemplo que sí encontramos en la Biblia, pensemos, por ejemplo, en la Santa Cena. ¿Es verdad que practicamos la Santa cena (comunión, eucaristía, etc.), tal y como se ve en la Biblia? Consideremos seriamente a Mateo 26.17-29; Ahora bien, quiero volver de nuevo a los relatos de Mateo y Lucas, y me pregunto: ¿Podría la comunidad cristiana haber justificado la celebración de la navidad si no existieran los relatos del nacimiento de Jesús que encontramos en Mateo y Lucas?

Pienso que debemos tomar más en serio, nos guste o no, los relatos de Mateo y Lucas sobre el nacimiento de Jesús, en esta discusión. Por otro lado, se espera consistencia cuando una persona o sistema adopta una determinada regla para juzgar lo que cree y lo que practica. Por ejemplo, la persona que afirma que sólo ha de creer y practicar aquello que manda u ordena la Biblia, ya sea explícita o implícitamente, o cómo se ve en la Biblia que una práctica se llevó a cabo; entonces y, en consecuencia, no debe practicar aquello que la Biblia no manda (más bien lo que la Biblia condena o prohíbe, pues no es lo mismo), y no debe realizar un determinado rito sino en la forma, frecuencia y contexto en que se ve en la Biblia.

Creo también que en esta discusión hay que considerar seriamente el tipo de relación que existe entre la Biblia y la comunidad interpretativa. Si la persona o sistema (comunidad interpretativa) que afirma que su práctica y creencia es determinada sólo por la Biblia; pero posteriormente, con relación a una determinada práctica o creencia, adopta una postura diferente a la que se ve en la Biblia, y pretende tener los argumentos necesarios para justificar esa diferencia; es porque en el fondo asume que la comunidad interpretativa tiene la debida autoridad para justificar el que una creencia o práctica se lleve a cabo de una manera diferente a como se ve en la Biblia (y lo que también es igual, para aprobar o hacer suya una práctica que si bien no es ordenada en la Biblia, tampoco es prohibida).

Cuando una persona o sistema apela a documentos confesionales para explicar o justificar una determinada postura, tácitamente está reconociendo la autoridad de la comunidad interpretativa, aun cuando invoque a una supuesta revelación que sea posterior al cierre del canon. De todos modos es una afirmación de una comunidad interpretativa, y es ella la que justifica un determinado cambio, sin poder decir que la Biblia afirma que tal práctica debe realizarse como ella (dicha comunidad interpretativa) la practica. Además, es la comunidad interpretativa la que se ha expresado con relación a la Biblia, la que se ha impuesto una determinada visión de la Biblia; visión que en muchos casos no es sustentada por la Biblia misma.

En conclusión, hay que decir también, que auque no se esté consciente de ello, es la comunidad interpretativa la que determina si para ella un hecho o relato tiene el carácter de normativo o descriptivo. Por eso se impone que establezcamos una diferencia esencial entre el hecho de que la Biblia sí mencione o incluya un relato, y el significado y la forma en que lo adopta una comunidad interpretativa específica. Puesto que hay distintas comunidades interpretativas, se explica también que tengamos interpretaciones muy disímiles de un mismo hecho o relato bíblico.

Lo interesante es que este fenómeno ya se ve en la Biblia misma, compárese por ejemplo, las genealogías de Jesús según Mateo y Lucas; también la diferencia entre Mateo y Lucas en cuanto a quiénes son los pobres bienaventurados (Mateo 5.3 y Lucas 6.20); también la redacción diferente del mismo décimo mandamiento del decálogo en Éxodo 20.17 y Deuteronomio 5.21.

Hasta mañana si Dios nos lo permite!

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