jueves, 6 de enero de 2011

El uso de la palabra “tradición” en la Biblia

El Rabino Jacob Neusner en su popular obra “Un Rabino habla con Jesús”, defiende la tradición oral, específicamente la de lavarse las manos antes de comer, en los siguientes términos: En primer lugar, reconoce que la norma de lavarse las manos se aplicaba a los sacerdotes, quienes participaban de las cosas sagradas del altar. Estas normas se aplicaban incluso a las mujeres y los hijos de los sacerdotes en la casa.




Segunda parte: consideremos en detalle nuestro tema

1) En el Nuevo Testamento

En la versión Reina Valera de 1960, la palabra “tradición” ocurre diez (10) veces, todas en el Nuevo Testamento (ninguna en el Antiguo Testamento). Ocho (8) de estas diez (10) menciones ocurren en los evangelios, específicamente en Mateo (tres veces: véase Mateo 15.2, 3, 6). Cinco veces en Marcos: véase Marcos 7.3, 5, 8, 9, 13). Las otras dos ocasiones faltantes ocurren en Gálatas 1.14 y Colosenses 2.8.

Ahora bien, la palabra griega que se traduce “tradición” en el Nuevo Testamento es “parádosis”. Esta palabra viene del verbo griego “paradídomi” que significa “entregar”, “transmitir una tradición”, “enseñar”. De ahí que la palabra “parádosis” signifique “lo que es transmitido”, “tradición”. Más adelante voy a considerar tanto el uso del verbo “paradídomi” como del sustantivo “parádosis” en pasajes en los que en la versión Reina Valera de 1960, y en general en las distintas versiones de la Biblia, no es visible.

Es obvio que en Mateo 15 y Marcos 7, vemos un uso negativo de la palabra “tradición”. Sin embargo, un análisis de estos pasajes demuestra que Jesús no está contrarrestando el concepto de “tradición” de por sí, sino el que algunos elementos de esta (específicamente propios de la corriente de los fariseos que no tenían apoyo o base en la Torá escrita), se pusieran al mismo nivel que los mandamientos de Dios (que sí tenían apoyo textual en la Torá escrita) o que los suplantaran. Al respecto el Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento afirma: “Tiene un sentido peyorativo (la palabra tradición) cuando se usa respecto a la tradición que se añade a la ley, por ejemplo, la de los ancianos en Marcos 7.3, 5, o la de los hombres en Marcos 7.8. Jesús rechaza las adiciones a la ley divina” (página 169).

Una observación adicional respecto a la llamada “Torá oral (tradición oral”)

En la historia religiosa del pueblo judío, los fariseos, a diferencia de los saduceos y samaritanos, asumían, junto a la Torá escrita, la llamada “Torá oral”. Sin embargo, es interesante considerar el punto de vista fariseo al respecto. Por ejemplo, el Rabino Jacob Neusner en su popular obra “Un Rabino habla con Jesús”, reaccionando a lo dicho por Jesús, según lo registra Mateo 15.10-20, defiende la tradición oral, específicamente la de lavarse las manos antes de comer, en los siguientes términos: En primer lugar, Jacob Neusner reconoce que la norma de lavarse las manos se aplicaba a los sacerdotes, quienes participaban de las cosas sagradas del altar. También reconoce que estas normas se aplicaban incluso a las mujeres y los hijos de los sacerdotes en la casa.

Luego, Neusner afirma que no hay nada en la Torá escrita que insinúe que la persona común, que no era sacerdote, tuviera que asumir las reglas de santidad que eran específicamente para los sacerdotes. Pero, ante la pregunta ¿Por qué tendría la gente que lavarse las manos al comer si no son sacerdotes en el templo o en la casa? Jacob Neusner responde: “Cuando una persona adopta en la vida diaria las normas de santidad establecida en la Torá para los sacerdotes, se está comportando como parte de una comunidad sacerdotal y como si todos los lugares de la tierra santa fueran tan santos como el Templo.

La cuestión, pues, es que cuando se siguen estas normas, que la Torá escrita establece para el lugar santo, se actúa como si todos los lugares fueran santos.” En conclusión, después de considerar el punto de vista que nos ofrece Jacob Neusner, se comprende que la norma de los fariseos de lavarse las manos antes de comer, en lugar de fundamentarse en una razón o argumento pernicioso para violar un mandamiento asumido con carácter divino, se sustentaba más bien en una profundización de la Torá escrita.

Personalmente creo que los cristianos podemos aprender mucho de esta concepción de los fariseos, pues así comprenderemos mejor cómo nuestros compromiso con Dios traspasan los momentos de culto y deben afectar toda nuestra manera de vivir (compárese 1 Pedro 1.15). Finalmente no podemos olvidar que la corriente del judaísmo que pudo sobrevivir a la destrucción de Jerusalén en el año 70 es precisamente la de los fariseos. Luego, es preciso recalcar que también se ha podido reconocer y establecer la influencia de la liturgia de la sinagoga (centro del judaísmo fariseo y posteriormente rabínico) en la liturgia cristiana.

Además, la misma forma de argumentación usada por los fariseos para asumir algunas normativas que no estaban en la Torá escrita, ha sido desarrollada y aplicada por los cristianos en diversas circunstancias históricas y en diversos aspectos de la doctrina y la ética cristiana (fin de la observación). ¿Van los cristianos a negar esto? ¿Cuántas de las muchas cosas que hacemos en nuestras iglesias, y que han sido asumidas como mandatos divinos, o como “cosas útiles y necesarias” (aun cuando no cuenten con un mandato expreso), se sustentan precisamente en un tipo de argumentación como el que plantea Jacob Neusner en defensa de la referida costumbre de los fariseos?

Ante el hecho de que la “tradición” judía tenía dos manifestaciones: una oral y la otra escrita, el mismo compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento afirma: “El uso (de la palabra tradición) es más global en Gálatas 1:14, pues abarca las tradiciones tanto escritas como no escritas” (página 169).

Ahora bien, dado el uso de la palabra “tradición” específicamente en Mateo 15 y Marcos 7, se ha popularizado la idea de un uso completamente negativo de la palabra “tradición” en la Biblia, quizás en un amplio sector de la fe cristiana. Sin embargo, tal situación merece una explicación, pues se sustenta, entre otras cosas, en una información incompleta.

¡Hasta mañana con el favor de Dios!

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