martes, 18 de enero de 2011

Síntesis sobre el uso bíblico de "lógos" y "rhéma"

Las dos caras de la misma moneda (Primera parte)

Este trabajo de investigación ha sido motivado porque en diversos medios y en distintos grupos hemos escuchado conclusiones que consideramos un tanto alejadas de la verdad, respecto a los significados y usos de “lógos” y “rhéma” en la Biblia.

Por ejemplo, se ha hecho muy popular la interpretación que hace de los términos en cuestión el Dr. Paul Yongi Cho, en su polémico libro “LA CUARTA DIMENSIÓN, publicado en castellano en el año 1980 por Editorial Vida.

Ahora bien, nuestra opinión es que sólo un análisis bíblico objetivo podrá demostrar si en verdad es correcta la interpretación del hermano Cho y de los que opinan igual que él. Para poner en contexto a nuestros lectores, citaremos a continuación, textualmente, la interpretación del hermano Cho y luego presentaremos el análisis bíblico que hemos realizado.

Este resumen de un trabajo de mayor amplitud, que ha procurado ser lo más objetivo e imparcial posible, creemos que sí proporciona las evidencias suficientes para arribar a una interpretación realmente bíblica respecto a los usos y significados de “lógos” y “rhéma” en la Biblia.

Consideremos, pues, la interpretación y explicación del hermano Cho.

“En el idioma griego hay dos palabras diferentes que se traducen “palabra”. Una es logos, la otra es rhéma. El mundo fue creado por la Palabra, el logos de Dios. Logos es la palabra de Dios que se extiende de Génesis hasta a Apocalipsis, porque toda esa palabra, directa o indirectamente, nos habla de Jesucristo, la Palabra, o logos. Leyendo el logos, de Génesis a Apocalipsis, usted puede recibir todo el conocimiento que necesita acerca de Dios y sus promesas. Pero sólo por leer a logos usted no recibe fe. Usted recibe conocimiento y comprensión de Dios, pero no recibe fe. Romanos 10:17 nos hace ver que el material que se usa para edificar la fe es algo más que la mera lectura de la palabra (logos) de Dios. “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Específicamente hablando, la fe viene por el oír del rhéma” (página 76).

Luego, sigue diciendo el Dr. Cho: “He aquí mi propia definición de rhéma: Rhéma es una palabra específica, dada a una persona específica, en una situación específica.” También dice: “Rhéma trae fe. La fe viene por el oír, por el oír de rhéma. Pedro nunca caminó sobre las aguas sólo por el conocimiento de Dios (logos). Caminó porque recibió rhéma” (página 78). Además afirma: “Hermanos y hermanas, por medio de logos ustedes pueden conocer a Dios. Pueden adquirir conocimiento de quién es o qué es Dios, pero logos no siempre se hace rhéma”

(Página 80).

De esta interpretación se desprende la afirmación de que “lógos” hace referencia a la expresión de una idea, pero a través de un medio escrito (es la palabra escrita); mientras que “rhéma” suele referirse a la palabra hablada, a lo dicho de manera oral. Según esta forma de pensar, cuando usted y yo leemos la Biblia, estamos en contacto con el “logos” de Dios, pero sólo hay “rhéma” cuando hay una palabra de revelación directa que el lector recibe en un momento específico por medio de la acción del Espíritu Santo.

Ahora bien, ¿Son ciertas las premisas del Dr. Cho? ¿Es cierto que la Biblia permite la categorización de “lógos” y “rhéma”, a la manera del Dr. Cho? Estas preguntas no las responderemos de manera directa, por ahora, sino que proporcionando las evidencias necesarias, le daremos al lector un marco adecuado para juzgar las conclusiones del Dr. Cho y de muchos que siguen esta opinión.

A los fines de mostrar en esta investigación una análisis justo y concienzudo, es honesto decir que no sólo el Doctor Cho tiene parte de la culpa en la propagación de una idea errónea sobre la distinción entre “lógos” y “rhéma”. Tenemos que decir que el famoso Diccionario Vine de palabras del Antiguo y Nuevo Testamentos, publicado por la Editorial Caribe, también induce a error, a pesar de mostrar al principio una buena definición de los términos en cuestión.

En primer lugar, observemos lo que afirma sobre “lógos”:

Denota: (I) la expresión del pensamiento; no el mero nombre de un objeto: (a) encarnando una concepción o idea (p.ej., Lc 7.7; 1 Co 14.9,19); (b) un dicho o afirmación: (1) de Dios (p.ej., Jn 15.25; Ro 9.9, 28: «sentencia»; rv: «palabra»; Gl 5.14; Heb 4.12); (2) de Cristo (p.ej., Mt 24.35, plural; Jn 2.22; 4.41; 14.24, plural; 15.25). En relación con (1) y (2) la frase «la palabra del Señor», esto es, la voluntad revelada de Dios (muy frecuente en el AT), se utiliza de una revelación directa dada por Cristo (1 Ts 4.15); del evangelio (Hch 8.25; 13.49; 15.35, 36; 16.32; 19.10; 1 Ts 1.8; 2 Ts 3.1); en este respecto constituye el mensaje procedente del Señor, entregado con su autoridad y hecho eficaz por su poder (cf. Hch 10.36); para otros casos relacionados con el evangelio véase Hch 13.26; 14.3; 15.7; 1 Co 1.18; 2 Co 2.17; 4.2; 5:19; 6.7; Gl 6.6; Ef 1.13; Flp 2.16; Col 1.5; Heb 5.13; en ocasiones se usa del conjunto de las declaraciones de Dios (p.ej., Mc 7.13; Jn 10.35; Ap 1.2, 9); (c) discurso, plática, dicho de instrucción, etc.(p.ej., Hch 2.40; 1 Co 2.13; 12.8; 2 Co 1.18; 1 Ts 1.5; 2 Ts 2.15), traduciéndose «palabra/s» en todos los anteriores pasajes; Heb 6.1: «rudimentos» (rv: «palabra»); doctrina (p.ej., Mt 13.20; Col 3.16; 1 Ti 4.6; 2 Ti 1.13; Tit 1.9; 1 Jn 2.7: «palabra/s»); (II) La palabra personal, el Verbo, título aplicado al Hijo de Dios.

Esta identificación queda establecida por las afirmaciones de doctrina en Jn 1.1-18, declarando en los vv. 1 y 2: (1) su personalidad distintiva y superfinita, (2) su relación en el seno de la Deidad (pros, con, no meramente compañía, sino la más íntima comunión), (3) su Deidad; en el v. 3 su poder creativo; en el v. 14 su encarnación («se hizo carne», lo que expresa un acto voluntario; rvr77, lba, nvi; no como en rv, rvr, vm: «fue hecho»), la realidad y totalidad de su naturaleza humana, y su gloria «como del unigénito del Padre» (en el original la carencia de artículo destaca la naturaleza y carácter de la relación; lit., «como de unigénito de padre»); su gloria fue la de la en abierta manifestación; en el v. 18 se consuma la identificación: «El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer», cumpliéndose así el significado d el Verbo, la manifestación personal, no de una parte de la naturaleza divina, sino de la Deidad plena .

Este título es asimismo utilizado en 1 Jn 1: «el Verbo de vida», combinando las dos declaraciones en Jn 1.1 y 4 y Ap 19.13;

Ahora, consideremos lo que dice sobre “rhéma”:

Denota aquello que es hablado, lo que es expresado de palabra o por escrito; en singular, una palabra (p.ej., Mt 12.36; 27.14; 2 Co 12.4; 13.1; Heb 12.19: «voz que hablaba», rvr, lit., «la voz de palabras»); en plural, dicho, discurso «palabras» (p.ej., Jn 3.34; 8.20; Hch 2.14; 6.11,13; 11.14; 13.42: «cosas», rv; 26.25; Ro 10.18; 2 P 3.2; Jud 17).

Se usa del evangelio en Romanos 10.8, dos veces, 17: «la palabra de Dios»; 10.18; 1 P 1.25, dos veces; de una afirmación, mandato, instrucción (p.ej., Mt 26.75; Lc 1.37: «nada hay imposible para Dios»; rv traduce: «ninguna cosa es imposible para Dios»; lit., «no será imposible para Dios toda palabra»; v. 38; Hch 11.16: «lo dicho», vm: «las palabras»; Heb 11.3).

Y aquí está el párrafo donde manifiesta el problema: “El significado de “rhéma” en su distinción de “lógos” queda ejemplificado en la instrucción a tomar «la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Ef 6.17); aquí la referencia no es a la Biblia entera como tal, sino al pasaje individual de las Escrituras que el Espíritu trae a nuestra memoria para su utilización en tiempo de necesidad, siendo el prerrequisito de ello la lectura habitual y memorización de las Escrituras”.

Esto nos obliga a decir que en esta investigación, no sólo responderemos al Dr. Cho, sino también al Diccionario Vine.

¡Hasta mañana con el favor de Dios!

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