Después del largo preámbulo representado por la publicación de la parte uno de esta serie, paso ahora a considerar el asunto que en realidad me he propuesto analizar en este artículo: el empleo por parte de Jesús, de una figura que tiene una imagen muy negativa, pero con el propósito de comunicar una lección positiva. Entonces, ¿justifica el fin los medios?
Pues bien, en el contexto de una enseñanza en que Jesús animaba a sus oyentes a confiar en Dios, y a evitar el afán y la ansiedad; encontramos el empleo de una figura repugnante para muchas personas. Esta figura es la del cuervo, un animal de carroña, un animal impuro inmundo en la cultura hebrea. Esto así, pues, además de alimentarse de insectos y pequeños animales, también se alimenta de carne en estado de corrupción.
El pasaje bíblico materia prima para nuestro análisis es Lucas 12.24, que en la versión Reina Valera 1960 afirma: “Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?”
Ahora, es posible que algunas personas reaccionen y se pregunten: Señor, ¿dijiste cuervo? ¿En verdad eso fue lo que dijiste? ¿Es que no había para ti un animal cuya imagen y reputación fuera más adecuada? ¿Por qué no hablaste de, por ejemplo, los animales puros que se utilizan tanto para comer como para los sacrificios en el templo?
Y posiblemente concluirían diciendo: Bueno, Señor, respecto tu punto de vista, pero en tu lugar, yo jamás emplearía la figura del cuervo. A diferencia de ti, prefería utilizar, por ejemplo, la figura de la paloma, la tórtola, etc., pero nunca a un animal de carroña.
En la Biblia misma hallamos algunos pasajes que nos ilustran muy bien la idea negativa que generalmente se tenía y se tiene del cuervo, por ejemplo:
“El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre. Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila” (Proverbios 30.17).
“Se adueñarán de ella el pelícano y el erizo, la lechuza y el cuervo morarán en ella; y se extenderá sobre ella cordel de destrucción, y niveles de asolamiento” (Isaías 34.11)
“La madera de sus casas será arrancada, y en ellas se echarán los rebaños de ovejas y toda clase de animales salvajes. El búho y el erizo dormirán en lo alto de sus postes, y los cuervos graznarán en las ventanas y en los umbrales” (Sofonías 2.14 en la versión popular Dios Habla Hoy de estudio). Y en una nota al pie de página explica: “Los cuervos según la versión griega (la Septuaginta; hebreo: destrucción”.
Por otro lado, el cuervo es catalogado como un ave abominable en el código mosaico:
“Y de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán abominación: el águila, el quebrantahuesos, el azor, 14el gallinazo, el milano según su especie; 15todo cuervo según su especie” (Levítico 11.13-15)
“Toda ave limpia podréis comer. 12Y estas son de las que no podréis comer: el águila, el quebrantahuesos, el azor, 13el gallinazo, el milano según su especie, 14todo cuervo según su especie” (Deuteronomio 14.11-14)
Después de conocer la imagen negativa que tenía el cuervo, fundamentada también en lo que establecía el código mosaico, parece razonable preguntase si Jesús no pudo hallar una figura mejor posicionada para su discurso.
Como ya advertí, a pesar de la imagen muy negativa que se tiene del cuervo, vemos que sin ningún pesar ni alteración del ánimo, Jesús muy tranquilamente afirma: “Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?” (Lucas 12.44).
De todos modos las cosas no dan muestras de ser tan sencillas, pues al margen de lo que acabamos de leer en Lucas 12.24, llama la atención que en Mateo 6.26 leamos: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”
Una vez que se compara la versión de Lucas con la de Mateo, comienzan los problemas. ¿Por qué, según Lucas, Jesús usó la figura negativa de «el cuervo»; pero según Mateo, la figura general más positiva de «las aves del cielo»? ¿Cuál fue en realidad la figura utilizada por Jesús? ¿Cuál de los dos evangelistas (Mateo o Lucas) fue el que aparentemente produjo un giro en las palabras de Jesús?
Si en la versión de Lucas Jesús nos invita a considerar “los cuervos”; pero en la versión de Mateo Jesús nos invita a considerar “las aves del cielo”; opino, en consecuencia, que no es descabellado el preguntarse cuál de las dos versiones, si la de Mateo o si la de Lucas, es la que reproduce las palabras originales de Jesús.
¿Cuáles fueron, pues, las palabras precisas de Jesús? ¿Consideren “los cuervos” o consideren “las aves del cielo”?
Si en efecto Jesús originalmente usó la figura del cuervo (en conformidad con Lucas, entonces fue Mateo el que cambió la figura del cuervo, por la de las aves en sentido general. Pero si es Mateo el que reproduce las precisas palabras de Jesús, sería Lucas el que habría hecho la sustitución de las “aves” por la de los “cuervos”.
En todo caso, es obvio que Jesús no pudo haber usado las dos expresiones al mismo tiempo y en el mismo contexto. Así, pues, es inevitable el concluir que uno de los dos evangelios hizo una sustitución. El problema es saber cuál.
¡Hasta mañana si Dios nos lo permite!
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