Las palabras de Jesús que ahora nos ocupan, forman parte de la fuente de los dichos (logia) de Jesús, conocida como “la fuente «Q»”. Hecho que explica por qué no se lo encuentra en Marcos, en cambio sí en Mateo y en Lucas.
Precisamente el que no tengamos otra fuente que dé apoyo a la versión de Lucas ni a la de Mateo, dificulta el análisis. No obstante, pienso que hay formas de acercarnos a una conclusión plausible.
El dilema que nos presenta la presencia de “los cuervos” en Lucas, y la de “las aves del cielo” en Mateo; pienso que podemos encararlo de una manera adecuada apelando al principio o criterio utilizado en las ciencias históricas y en los llamados “métodos histórico-críticos”, el criterio de la «disimilitud». ¿En qué consiste, pues, el criterio de la «disimilitud»?
Una forma parafraseada de la definición que ofrece Antonio Piñero del criterio de la criterio de la «disimilitud», «discontinuidad», o «desemejanza», es la siguiente: “Ciertos dichos y hechos de Jesús pueden considerarse auténticos si se demuestra que no pueden derivarse del judaísmo antiguo o del cristianismo primitivo, o son contrarios a las concepciones e intereses de las dos religiones en cuestión” («Guía para entender el NT», página 169)
Y aquí nos preguntamos: ¿Qué es más probable, que sería más acorde con la mentalidad común? ¿Qué Jesús usara la figura del cuervo, o que Jesús usa la figura general de las aves? ¿En qué dirección podría ir la tentación de cambio? ¿De los “cuervos” a las “aves”, o de las “aves” a los “cuervos”?
A pesar de la imagen negativa de los cuervos, hay en el AT dos pasajes que favorecen la versión de Lucas:
“¿Quién prepara al cuervo su alimento,
Cuando sus polluelos claman a Dios,
Y andan errantes por falta de comida?” (Job 38.41)
“7Cantad a Jehová con alabanza,
Cantad con arpa a nuestro Dios.
8El es quien cubre de nubes los cielos,
El que prepara la lluvia para la tierra,
El que hace a los montes producir hierba.
9El da a la bestia su mantenimiento,
Y a los hijos de los cuervos que claman” (Salmo 147.7-9)
En esta misma línea de pensamiento, encontramos un pasaje que habla de la vulnerabilidad del cuervo, en un pasaje en el que se describen las debilidades e incapacidades de los ídolos. El libro es un libro del AT, «apócrifo», según la nomenclatura protestante; pero deuterocanónico, según la nomenclatura católica. El pasaje al que hago referencia es «Carta de Jeremías» 6.45-53, cito:
“45“Los ídolos son hechos por artesanos y orfebres, y no son más que lo que el artista quiere que sean. 46Los hombres que los hacen no viven mucho tiempo: ¿cómo pueden ser dioses cosas hechas por esos hombres? 47Estos no dejan a sus descendientes más que un engaño vergonzoso. 48En caso de guerra o de desastre, los sacerdotes se reúnen para ver dónde esconderse con sus dioses. 49¿Cómo es posible que no se den cuenta de que no son dioses, si no pueden salvarse a sí mismos de la guerra y del desastre? 50No son más que trozos de madera recubiertos de oro y plata; por eso, tarde o temprano aparecerá que son un puro engaño. Todas las naciones y sus reyes reconocerán que no son dioses, sino cosas hechas por los hombres, y que en ellos no hay ningún poder divino. 51¿Quién no se da cuenta, pues, de que no son dioses? 52“No pueden nombrar a nadie rey de un país, ni pueden dar la lluvia a los hombres. 53No pueden hacer valer en un juicio sus derechos, ni pueden salvar al oprimido, porque no tienen poder ninguno. Son como cuervos en el aire”
¡Hasta mañana si Dios nos lo permite!
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