2) ¿De dónde viene la idea del “domingo como día del Señor?
Ciertamente no sabemos quién fue la persona que acuñó la expresión “día del Señor” (griego “kuriaké jeméra”) para referirse al domingo, el primer día de la semana. En lo que tiene que ver con la terminología bíblica, lo cierto es que la expresión “día del Señor” se usa una sola vez en todo el NT con ese sentido, en Apocalipsis 1.10: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta.”
Podemos decir que la expresión “día del Señor” para hacer referencia al domingo tiene como trasfondo dos ideas esenciales: la primera, el reconocimiento de que la resurrección de Jesús tuvo lugar un domingo, el primer día de la semana. En segundo lugar, la confesión cristológica de que Jesús es el Cristo, el Señor.
Respecto a la resurrección de Jesús, los cuatro evangelios concuerdan en que esta ocurrió un domingo, el primer día de la semana:
Mateo 28.1 “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.”
Marcos 16.2 “Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.”
Marcos 16.9 “Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.”
Lucas 24.1 “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.”
Juan 20.1 “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.”
Ciertamente hay en la Biblia evidencia de cómo la resurrección de Jesús en domingo determinó o afectó de manera decisiva la posterior liturgia de la naciente comunidad seguidora de Jesús. Observemos:
Hechos 20.7 “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.”
1 Corintios 16.2 “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.”
Es oportuno decir que aun la Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce este hecho: ¿“Por qué los que paulatinamente se alejaron del séptimo día escogieron el domingo y no otro día la semana? Una razón primordial es que Cristo resucitó en domingo” (Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 2006, página 292).
3) ¿Sirvió la resurrección de Jesús en domingo, para que la comunidad primitiva abandonara el sábado (el día establecido por el decálogo), como el día de reposo? ¿Hay evidencias de que la comunidad primitiva seguidora de Jesús haya asumido el domingo, el Día del Señor, como “día reposo”, en lugar del sábado?
Lo cierto es que, a pesar del impacto que tuvo la resurrección de Jesús en la liturgia cristiana, como vimos en la respuesta a la pregunta anterior, no es menos cierto que también siguieron asumiendo el sábado como el “día de reposo”. La resurrección de Jesús, pues, no fue un factor que impulsara a la primitiva comunidad seguidora de Jesús a elevar el domingo (el primer día de la semana, el día del Señor) al rango de “el día de reposo,” en sustitución del sábado. La razón básica es que la comunidad primitiva seguidora de Jesús era esencialmente judía. Es más todavía el mismo Pablo, a pesar de su progresivo alejamiento de ciertas prácticas de la religión judía de corte fariseo, guardó, observó el sábado y usó la sinagoga y el mismo sábado como elementos vitales en su labor misionera y proselitista. Observemos los siguientes pasajes bíblicos:
Hechos 13.14-15 “Ellos (Pablo y sus compañeros), pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.
Hechos 13.42-44 “Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo* les hablasen de estas cosas. 43Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. 44El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios.”
Hechos 16.13 “Y un día de reposo salimos (Pablo y sus compañeros) fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido.”
Hechos 14.1 “Aconteció en Iconio que entraron juntos (Pablo y Bernabé) en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos.
Hechos 17.1-3 “Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. 2Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, 3declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo.”
Hechos 17.10 “Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos”.
Hechos 17.17 “Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían.”
Hechos 18.4 “Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos.”
Hechos 18.19 “Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos.”
Hechos 18.26 “Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.”
Hechos 19.8 “Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.”
Entonces, ¿Existe un mandato en el Nuevo Testamento que revoque el sábado como día de reposo?
No. No hay evidencia bíblica alguna que ponga de manifiesto, a pesar del alejamiento que el cristianismo paulino mostraba de algunas prácticas y concepciones judías; todavía, a pesar de todo eso, no vemos en el NT una medida o mandato que afirme que el sábado no es ya el “día de reposo” (por lo menos para la fe cristiana), no obstante ser el cristianismo de corte paulino el que domina en el NT, y lógicamente, el que más influencia ha ejercido en las distintas corrientes del cristianismo histórico.
A pesar de la respuesta que hemos dado a la pregunta que ahora nos ocupa, lo cierto que la mayoría de grupos cristianos tiene argumentos para no asumir el sábado como el verdadero día de reposo, sino el domingo (aunque propiamente no lo identifiquen como “día de reposo”). Un ejemplo que quiero citar es el caso de la Iglesia Cristiana Reformada. Como fuente apelo a una obra que, aunque tiene ya más de cincuenta (50) años, expresa muy bien la argumentación clásica de la teología reformada al respecto:
“La dispensación después de Cristo. Cristo vino, y anduvo sobre la tierra y sufrió y murió. Es incluso singular que Cristo murió el viernes, el último día de la semana de trabajo de Israel. Él descansó en la tumba el día de reposo del Antiguo Testamento. Pero el domingo por la mañana Cristo se levantó de la tumba. La dispensación del Antiguo Testamento con sus sombras ha pasado, y una nueva dispensación ha sido implantada.
El día de la resurrección vino a se el nuevo día de ser apartado. Este no fue un mandamiento dado por Jesús respecto al día de reposo, pero él dijo que en el cumplimiento del tiempo el Espíritu vendría y guiaría la iglesia a toda la verdad. Él también enseñaría muchas cosas con respecto al día de reposo. Como una flor, varios asuntos del NT se abrirían.
Ahora comenzamos la semana conmemorando la resurrección de Cristo, el Día del Señor. El descanso está primero en la obra completa de Cristo y le siguen las obras. Este es el orden invertido, el orden de gracia. Las escrituras del Nuevo Testamento mencionan muchas veces que esto o aquello pasó en el Día del Señor.
El Antiguo Testamento con sus sombras ha pasado. Seamos agradecidos de que vivimos en los días del Nuevo Testamento, en los días del cumplimiento” (Los diez mandamientos, por Guillermo P. Van Wyk, Subcomisión de literatura cristiana de la Iglesia Cristiana Reformada, Grand Rapids, Michigan, USA, 1978, páginas 40-41).
En este tipo de argumentación se nota muy bien cómo se evita el abordaje de esta problemática desde la pregunta de si existe o no un mandato bíblico que, por un lado, derogue el mandamiento que establece el sábado, el séptimo día, como el día de reposo; y por otro lado, de si existe o no un mandato bíblico que establezca el domingo, el primer día de la semana, el “día del Señor”, como el nuevo día de reposo. Siendo así las cosas, tenemos que concluir, entonces, que es la comunidad lectora o hermeneuta, con su particular lectura e interpretación de los textos, la que decide si adopta o no como mandato, un determinado principio bíblico tanto del AT como del NT. O si adopta como vigente (todavía normativo) o superado un determinado mandato bíblico, por igual tanto del AT como del NT.
Ahora, cabe preguntarse, ¿pone de manifiesto este tipo de argumentación la práctica y ejercicio del principio de la “Sola Escritura”?
4) ¿Existe en el NT un mandato que ordene o establezca el domingo como día de reposo?
La respuesta a esta pregunta está relacionada directamente con la respuesta dada a la pregunta anterior. Así como no hay un mandato en el NT que establezca que el sábado, el séptimo día, no es ya el “día de reposo”, según el cuarto mandamiento del decálogo; tampoco vemos un mandato que establezca positivamente que el domingo, el primer día de la semana, el “día del Señor”, es el nuevo día de reposo.
Importante es aquí la opinión de los Templos Bíblicos de la República Dominicana, al respecto: “El domingo no es el equivalente cristiano al sábado judío, pues este era un tiempo de descanso laboral y una señal entre el pueblo de Israel, y Dios” (Apuntes doctrinales de los Templos bíblicos de la República Dominicana, 2007, página 71).
Lo curioso es que a pesar de que, por ejemplo, los Templos Bíblicos de la República Dominicana admiten que el domingo, el día del Señor, no es equivalente al sábado judío, luego concluyen, de una manera un poco contradictoria: “Esto explica por qué el NT nunca registra un texto que mande a los cristianos a guardar el sábado” (Apuntes doctrinales de los Templos bíblicos de la República Dominicana, 2007, página 72).
Pero ¿no será que no existe un mandamiento en el NT que mande a los cristianos a guardar el día re reposo, precisamente porque los primeros seguidores de Jesús (ni Jesús mismo) nunca pensaron ni asumieron que el séptimo día, el sábado, el “día de reposo” según la Toráh, había sido abolido o suplantado por el domingo como “día del Señor”? En esta misma línea de pensamiento va Gerd Theissen cuando afirma: “Jesús y sus adeptos estaban profundamente enraizados en el judaísmo. Nada más lejos de su ánimo que el intento de superar o abandonar el judaísmo. Su movimiento es, en realidad, uno de los muchos movimientos de revitalización que hubo en el judaísmo desde la crisis religiosa de la era macabea” (La religión de los primeros cristianos, Ediciones Sígueme, Salamanca: España, año 2002, página 199). De todos modos, no se puede negar que a partir de la segunda generación de cristianos, la distinción y separación entre el cristianismo y la religión judía se fue acrecentando. Esta realidad también la reconoce el mismo Gerd Theissen.
Pregunto: ¿Por qué no actuar de igual modo respecto al AT? ¿Por qué no asumen los Templos Bíblicos de la República Dominicana y el resto de cristianos, la misma postura respecto del AT como tal, pues al fin y al cabo, el AT es realmente un cuerpo de literatura propio de la religión judía? En esencia, al margen de lo que piensen los cristianos, lo cierto es que el AT no es un documento pre-cristiano, ni necesariamente apunta al cristianismo.
El hecho de que el AT es un cuerpo de literatura propiamente judío tiene sus implicaciones no sólo para la teología, exégesis e interpretación del AT, sino también para su traducción. Por ejemplo, Daniel Arichea plantea:
La traducción de pasajes dentro del AT
Primero: El AT debe ser antes que todo traducido como Escritura judía o hebrea. Aunque el AT forma parte del canon cristiano, y como tal puede ser interpretado, es mucho más apropiado traducirlo como si no formara parte de toda la Biblia.
Segundo: El texto hebreo del AT es el texto básico por traducir. Ello significa que siempre que surja una diferencia entre el texto hebreo y otras versiones o traducciones (tales como la Septuaginta), entonces el texto hebreo debe prevalecer. Este principio es muy importante cuando se traducen pasajes del AT que se citan en el NT, ya que los autores del NT utilizan a menudo la Septuaginta y no el texto hebreo.
Tercero: Siempre que existan diferencias en lo que se refiere a los detalles de la información que contienen los textos, estas no deben ser conciliadas. Ello se aplica tanto a las diferencias que se hallen dentro de un mismo libro como las que haya entre diferentes libros. El material del AT ha llegado ya a nosotros con esas diferencias, y el traductor debe reflejar fielmente esta característica particular de esa porción de las Escrituras.
Cuarto: No debe intentarse la producción de un AT «cristianizado». Este debe ser traducido de tal manera que queden reflejadas todas las ideas morales y teológicas presentes en los libros que forman parte de él, aunque esas ideas puedan ser consideradas precristianas, o aun anticristianas.
Quinto: No deben utilizarse en la traducción de textos del AT conceptos y vocabulario característicos del cristianismo. Términos tales como «Cristo», «Espíritu» (con mayúscula), «Espíritu Santo», «iglesia» y otros tienen un uso especial entre los cristianos, y por lo tanto deben ser obviados en la traducción del AT.
Sexto: En lo que toca a los pasajes del AT que se citan, o a los cuales se alude, en el NT, deben hacerse los mayores esfuerzos para traducirlos de manera natural en sus contextos del AT, en lugar de traducirlos a la luz del uso que se hace de ellos, o la interpretación que reciben, en el NT.
Séptimo: Por último, debemos traducir la forma y el significado del texto en el tiempo cuando fueron aceptados como Escritura por la comunidad de fe. Por ejemplo, en tanto se reconoce la validez de las conclusiones de la erudición bíblica moderna respecto del libro de Isaías (que pudo haber sido escrito por más de una persona), en el trabajo de traducción nos ocupamos del libro de Isaías como un solo libro, ya que esa es la categoría o forma canónica con que lo recibió como Escritura la comunidad de fe” (Algunas cuestiones de traducción en el AT, Revista Traducción de la Biblia, Sociedades Bíblicas Unidas, volumen 6, número 2 de 1996)
¿Quién decide qué toma y qué deja del AT como elemento propiamente judío, precristiano, o como cristiano? ¿El texto bíblico o la comunidad lectora? Respuesta: La comunidad lectora o hermeneuta.
¿Quién decide qué elementos y cuáles no, son comunes al judaísmo y al cristianismo? ¿El texto bíblico o la comunidad lectora? Respuesta: La comunidad lectora o hermeneuta.
¿Quién ha pretendido ser el heredero común con quién? ¿El judaísmo con el cristianismo? ¿O el cristianismo con el judaísmo? Obviamente, es el cristianismo el que ha pretendido tener herencia común con la herencia religiosa y espiritual del pueblo hebreo, en lo que al Tanaj (el AT) se refiere.
¡Hasta mañana, con el favor Dios!
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