Un hecho que probablemente no necesite justificación o explicación es que la Biblia constituye o ha de ser un marco de referencia obligatorio en toda reflexión sobre la familia en el contexto de la fe cristiana y evangélica.
Ahora bien, esa reflexión bíblica y teológica, para ser consistente, no debe perder de vista los contextos patriarcales dentro de los cuales surgieron los textos bíblicos (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento).
Estos contextos han de ser tomados muy en cuenta en todo intento de explicar las perspectivas desde las cuales se elaboraron los relatos y discursos bíblicos (en suma, la antropología bíblica). Igualmente se debe asumir una postura crítica frente a la histórica y recurrente marginación, exclusión y maltrato de la mujer.
También se debe asumir igual postura frente a la instrumentación que históricamente se ha hecho de la misma, como simple objeto para la satisfacción sexual del varón y para la reproducción y subsistencia del género humano.
Lo interesante y curioso a la vez es que esa histórica situación de maltrato, marginación y violencia que ha caracterizado la existencia de la mujer en la mayoría de las culturas, sino en todas; lamentablemente ha contado hasta con argumentos religiosos y teológicos, y en nuestro caso, bíblico-teológicos, que la han justificado o que pretenden justificarla.
Asumiendo, pues, la Biblia como marco de referencia, pero en una actitud crítica, analizando las características culturales de los contextos en que surgen los libros que conforman la Biblia; nos hemos propuesto desarrollar una serie de estudios bíblicos (de la cual este artículo viene siendo su presentación), en perspectiva de género, sobre la situación de la mujer en los dos relatos de creación que nos da el libro de Génesis (Génesis 1 y 2).
Esta serie también incluye un análisis crítico de los textos bíblicos que, partiendo principalmente de Génesis 2, colocan a la mujer en una situación de desigualdad y desventaja con relación al varón.
Ciertamente y, aunque usted no lo crea, hay en la Biblia algunas concepciones o imágenes que ponen de manifiesto una cultura de violencia en perjuicio de la mujer. Algunas de estas son:
1) La mujer como creada con posterioridad al varón
2) La mujer como creada a partir de una costilla del varón
3) La mujer concebida como “ayuda dionea” del varón
4) La mujer vista como una de las cosas más que le pertenecen al varón
5) El marido como cabeza de la esposa
En consecuencia, el objetivo de esta serie es promover una revisión teológica y eclesiológica del papel y lugar en los que históricamente se ha situado a la mujer (en la familia, la sociedad y la iglesia); comenzando por una revisión e interpretación detenida, seria y crítica de los textos y argumentos bíblicos y teológicos que se han empleado para colocar al varón en un situación privilegiada con relación a la mujer.
Desde ya les invitamos a no perderse esta interesante serie, y a leerla con paciencia, detenimiento, en actitud reflexiva y sentido crítico, tomando muy en serio todos los textos bíblicos a los que hagamos referencia.
Obviamente, estoy muy consciente de la gran falta de consenso que existe en la comunidad evangélica y cristiana en general, en cuanto a la interpretación y aplicación de ciertos textos bíblicos que tienen un papel protagónico en esta temática. Por ejemplo, para el mes de octubre, en el artículo titulado “Constatando la diversidad doctrinal protestante”, hice mención del libro “Mujeres en el ministerio, cuatro puntos de vista”. Esta obra, publicada por Editorial CLIE en el año 2005, ilustra muy bien lo que estamos diciendo.
De todos modos, sugiero hacer nuestro el principio e invitación de Proverbios 23.23: “Compra –adquiere, busca- la verdad, y no la vendas (no de deshagas de ella); la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia”.
Al concluir quiero insistir en la idea de que una reflexión cristiana (evangélica) y consistente sobre la familia, debe asumir una postura crítica sobre la tradicional antropología bíblica (teológica).
Esta antropología, aunque comprometida con la justicia y con la idea de que el ser humano (mujer y varón) ha sido creado a la imagen de Dios; no obstante parece no percatarse de las deficiencias teórico-prácticas que muestra en su base esa tradicional forma de ver, hablar y proyectar a la mujer.
No quiero despedirme sin hacer mención del título que tendrá nuestra serie. Pues bien, el título general de la serie de estudios bíblicos que iniciaremos mañana es “Principios para una reinterpretación del papel de la mujer en el hogar y en la iglesia”, y esta es su presentación.
Bendiciones, y hasta mañana
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